Como el alma de un país, la obra de Cuba se refleja en cultura y vida. Hoy son nuestros instructores y artistas quienes llegan para sanar el alma. Tribuna de La Habana llegó hasta el Consultorio número 10, del  Policlínico Rafael Valdés, en el Consejo Popular Lotería del municipio de Cotorro, donde la intelectual y escritora, Laidi Fernández de Juan, compartió una pieza esencial del catálogo de ediciones Unión de la UNEAC.

A través de su obra literaria, en específico el volumen titulado: Sucedió en Copperbelt, Fernández de Juan dialogó con los recién inmunizados sobre su experiencia como médico. Este volumen, donde la autora muestra su punto de vista sensible y empático, en la piel de una misionera en África, ungió como puente y recreo espiritual a los presentes.

Foto: Miguel Moret

Además, contó emocionada sobre la importancia de llegar a estos espacios donde tanto el personal de la Salud como la población está necesitada del arte en tiempos de aislamiento. "Creo que los artistas y escritores, al ser una parte de la sociedad entregada al sacerdocio de bien colectivo, tenemos un papel imprescindible en esta nueva etapa.

"Participar en la intervención sanitaria que se realiza en los vacunatorios es nuestra forma de devolver tanto amor. Somos, sin dudas, un país privilegiado por nuestros cinco candidatos vacunales y en Abdala estamos depositando nuestra confianza en este momento tan complejo que vive la capital”.

Por otro lado, el narrador y crítico de arte Maikel Rodríguez Calviño realizó un acercamiento a la vida y obra de Renée Méndez Capote desde el libro Locura de amor, una magnífica selección de los textos de la escritora realizado por Esteban Llorach Ramos.

Entre canciones y literatura disfrutamos sesiones donde primaba el agradecimiento y la lealtad de un pueblo sencillo pero con altos valores y preparación.

Este encuentro de viernes fue solo uno de los tantos que inundan los creadores con sus obras. Música, teatro, artes visuales, literatura y mucho más conjugan la creación con aquella labor de médicos y enfermeras inculcando en cada brazo de los cubanos esa dosis de amor llamada Abdala.

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