Por estos días de pandemia regresan a la Televisión Cubana algunas de las novelas que mayor nivel de teleaudiencia alcanzaron desde su puesta en pantalla. Hago referencia, por ejemplo, a La cara oculta de la luna (2005), que vuelve a reconquistar el espacio estelar –intercalado con la telenovela brasileña- con una aceptación muy similar a la que logró en su estreno. Solo que esta vez convergen dos públicos con inquietudes e intereses diferentes: aquellos que la vieron a principios del siglo XXI y quienes ahora ostentan la edad florecida de la juventud.
No obstante, todos los recursos que la integran para darle categoría de melodrama, se mantienen intactos y las actuaciones como el buen vino, no solo por la maestría de los actores y actrices, también el guion, selección de locaciones, dirección, producción, todo… Recuerdo que, otras entre las cuales se destacan Doble juego (2002), El balcón de los helechos (2005), Historias de fuego (2007) y Bajo el mismo sol (2011), tienen el sello de un producto audiovisual logrado y competente, en medio de una situación económica en la cual persistían las consecuencias de un período especial, donde las carencias de recursos energéticos impedía apenas mantener el servicio eléctrico durante horas, de manera selectiva en La Habana y el resto del país.
En el nuevo escenario en el cual se recrudecen medidas del bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos contra Cuba -bajo una situación de enfrentamiento al virus del SARS-CoV-2 que produce la enfermedad de la COVID-19-, las condiciones para mantener las producciones de telenovelas resultan mucho más difíciles y encarecidas adicionalmente. De hecho, algunas se encuentran detenidas en diferentes etapas de su proceso de filmación y puesta en pantalla. Una problemática que (agudizada) conlleva al desfase de la temática por alargarse por más de dos años el tiempo de conclusión y puesta en escena, así como la permanencia del equipo de actuación, ya seleccionado; además del alto costo de la inversión debido a los pagos y costos (lógicos y previstos).
Por otra parte, se establece un equilibrio imprescindible en la fórmula: guion-actores-dirección-producción, si tenemos en cuenta que la telenovela es un producto más vinculado a la industria del entretenimiento y requiere para llevarlo a término con el propósito de despertar en la teleaudiencia no solo el conflicto dramático que posibilita crear un puente sobre el cual se colocarán todos los elementos de índole social, identidad, cultural, filosófico, religioso, antropológico, económico y político que conforman el entramado sobre el cual tendrá que buscar un espacio, el (o los) mensaje dirigido a un público diverso en todos los aspectos, especialmente crítico por ser un consumidor tradicional de este género del entretenimiento.
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Es verdad, pero la novela de Doble Juego sirvió tanto para muchos adolescentes. Que en vez de poner de nuevo Memorias de un Abuelo, yo hubiera puesto Doble Juego.