Cuando se hace mención a la telenovela en Cuba resulta evocatoria la referencia fundacional de este género del audiovisual que nació en la Isla, pero sus producciones exigen de nuevos códigos creativos y de realización.

No basta con recordar la primicia de un género del audiovisual con el antológico Derecho de nacer, bajo la autoría Félix Benjamín Caignet Salomón, conocido como Félix B. Caignet, un escritor, locutor, poeta, novelista, periodista, crítico de teatro, cantante y compositor de radio cubano, reconocido entre los pioneros de la radiodifusión en la Isla y uno de los creadores de las telenovelas.

Las producciones actuales de la telenovela cubana enfrentan un entramado mucho más difícil desde la concepción de los contenidos, propuestas de historias que dialoguen con el público desde lo artístico y social, por ejemplo, además de la selección de guiones con una dramaturgia inteligente. En este caso la competencia de propuestas realizadas a partir de las necesidades expresadas por la teleaudiencia en las encuestas de la propia Televisión Cubana.

Considero que resulta evidente la falta de guionistas; a pesar de la existencia de escritores que –debido a las limitaciones materiales y subjetivas durante el largo camino para la publicación de sus obras en formato impreso, pudieran ser la base de las convocatorias realizadas desde la Casa Productora de Telenovelas.

Por otra parte, los esquemas de producción no deben extenderse por dos años como punto de partida de este género hasta su presentación al televidente. En este sentido, de las experiencias de naciones -donde el género fluye con la rapidez de un proceso industrial- pudiera tenerse en cuenta la posibilidad de filmación por etapas, o sea, el lanzamiento de una cantidad de primeros capítulos y la realización de otros. Incluso, este proceso forma parte de las formas en que se materializan proyectos que son presentados como series (por temporadas), porque ninguna propuesta audiovisual para el entretenimiento (a escala mundial) está exenta de factores definidos por la aceptación del sector poblacional al cual está dirigido, situaciones imprevistas en cuanto al financiamiento, permanencia del staff de actores, si tenemos en cuenta su movilidad hacia otros contratos, entre otros.

Realizar una telenovela tiene un alto costo de inversión, cuando se trata de Cuba donde este producto no está concebido para idiotizar: término más cercano a la descripción de la manipulación ideológica tan antigua como el cuento de la Cenicienta, siempre contentivo de la aceptación de grupos sociales definidos por su poder adquisitivo o su posición marginal en un sistema donde las historias contadas, generalmente, describen la vida de la clase media alta, con una referencia efímera a los verdaderamente poderosos y un paneo maquillado de la vida interior entre los pobres, la mayoría.

Entre las dificultades para la producción de la telenovela cubana podemos advertir la erogación de un alto costo (financiamiento de todos los recursos empleados desde el guion hasta su puesta en pantalla) en función realizar un producto destinado a un mercado nacional, donde la ausencia de la publicidad impide generar los ingresos imprescindibles a través de contratos obtenidos en la difusión de mensajes cortos y con un mayor alcance, en medio de un horario estelar colmado por millones de telespectadores.

Es precisamente el concepto educativo de la Televisión Cubana su principal baluarte, lo cual no presupone censurar el abordaje consciente, consecuente e inmediato de los temas que matizan a la sociedad cubana actual en correspondencia con sus intereses informativos, artísticos, recreativos y mediáticos si tenemos en cuenta la influencia generada por determinados personajes como un modo de generar determinado comportamiento en sectores de la sociedad, como lo muestran algunos espacios plenos de contenidos diversos, polémicos y sobre todo competitivos.

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