La célebre escritora cubana Dora Alonso obtuvo dos veces el Premio Casa de las Américas y recibió por la trascendencia de su vasta obra literaria la condición de Premio Nacional de Literatura y otros reconocimientos como la Orden Félix Varela de primer grado y el premio Mundial de Literatura Infantil José Martí.
Escribió gustadas novelas radiales, entre ellas, Tierra adentro, Sol de batey, Entre monte y cielo, Tierra nueva y Medialuna; todas con gran popularidad, por lo que algunas fueron adaptadas para la televisión con igual éxito.
Al triunfar la Revolución contribuyó en la preparación de los primeros libros de texto para la enseñanza primaria. Comenzó a publicar en la revista Bohemia la sección Páginas Nuevas, a fin de promover y orientar la expresión literaria y artística de niños y adolescentes, y también trabajó como corresponsal de guerra cuando la invasión armada por Playa Girón.

A partir de ese período tuvo una prolífera creación literaria destinada a los más pequeños. En 1964, bajo el seudónimo de D. Polimita, publicó la obra juvenil Aventuras de Guille en busca de la gaviota negra, en el suplemento para niños del diario Revolución.
Otras de sus obras infantiles más conocidas son: El caballito enano, El cochero azul y La flauta de chocolate, que forma parte de su creación poética, así como Juan Ligero y el gallo encantado de 1999, la última que creó.
Sin dudas, la vasta obra de Dora Alonso le permitió obtener importantes reconocimientos. Sin embargo, cuando por azar, hace años “descubrí” su Carta autobiográfica al Patito Feo, escrita el 2 de abril de 1988, con motivo del Día Internacional del Libro Infantil, en homenaje al natalicio del escritor danés Hans Christian Andersen, autor del famoso cuento infantil El patito feo, me sentí muy conmovida, al conocer las vivencias de su niñez.
En la carta le confiesa al patito que de niña era muy fea y los niños de su pueblo se burlaban de ella. Solo se sentía feliz entre los árboles y algunos animales que siempre la acompañaban. Cuando tenía diez años le regalaron un libro en el que descubrió la historia de un patito tan feo y triste como ella, pero que al final dos grandes y bellísimas alas blancas lo elevaron sobre el corral, hasta situarlo en el espacio azul, entre la luz más pura.
A partir de ese instante algo cambió dentro de ella y surgió el deseo de hacerse valer y afirmó: “La vida es generosa y a todos ofrece cabida, caminos y horizonte, siempre que no perdamos el valor o no nos falte la voluntad”. A partir de ese momento su vida se transformó y comenzó a descubrir lo hermoso y bueno que había a su alrededor, y creció con la aspiración de ser escritora, lo cual logró al sobreponerse a cualquier dificultad.

De esa manera, con el paso de los años, y su enorme perseverancia y decisión, aquella niña llamada Doralina de la Caridad se convirtió en la célebre escritora Dora Alonso, quien con su obra contribuyó a enaltecer la Cultura cubana, pero sobre todo a mantener viva la fantasía de grandes y chicos.
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Hermoso testimonio de vida el de esta insigne escritora.