Cuba, primer país de Latinoamérica en televisar el género de la telenovela, ha contado con un número considerable de brillantes puestas en escenas en las que destaca las grandes actuaciones, la dirección de arte, el guión, y las admirables adaptaciones de época y contextos, apoyados todos, por una buena dirección.

El televidente cubano, que ha sido asiduo a este producto durante años, ha gozado de obras que han marcado y transcendido en el tiempo. No en vano suceden, a menudo, las retransmisiones  de algunas, y la necesaria remembranzas de otras. Tal es el caso de Sol de batey, Tierra Brava, Destino prohibido, Salir de Noche, Doble juego, La cara oculta de la luna, Bajo el mismo sol, La otra esquina. Todas estas y otras, reflejan temáticas disímiles de nuestra sociedad, se desarrollan en diferentes épocas y responden de manera muy notable a contextos de la realidad cubana.

Los guiones han transitado de manera profunda desde la esclavitud, el machismo, la superación de la mujer, los cambios revolucionarios en la sociedad, la homofobia, el abuso de género, la aceptación a la diferencia. La telenovela es un producto comercial muy gustado, y nos sentimos orgullosos de que en nuestro país sea haya convertido en una verdadera joya del lenguaje televisivo. La historia lo demuestra de esa manera.

En las últimas puestas en escena, hasta el público más crítico y exquisito, se ha sentido atrapado, amén de los desacuerdos que han podido ocasionar por los diferentes gustos y opiniones. No olvidemos que eso también forma parte de la concreción de la obra y que los cubanos somos muy exigentes y tenemos buen criterio en este sentido.

Existió un escepticismo de que sería difícil que alguna telenovela fuera a igualar el ranking de teleaudiencia de Entrega, que sin dudas, ha sido de las mejores logradas en todos los aspectos. Este producto sirvió para darle protagonismo a temas que siempre han sido tratados de manera secundaria o nula, reflejándolos de manera excepcional: la labor de los profesores, la igualdad como seres humanos de las personas con discapacidad.

Posteriormente, El rostro de los días se montó en la misma cuerda de temáticas latentes y como bonus extra incorporó algunas tan sensibles, delicados y aprensivos como es el acoso sexual y la violación. Aunque Cuba entera quedó paralizada por llegar al desenlace de esta situación, la telenovela agradece también la teleaudiencia, a la lamentable pandemia.

Foto: Tribuna de La Habana

Agradecemos los mensajes que nos trasmitió el Rostro de los días de manera general: el valor de la maternidad bajo cualquier circunstancia, la amistad, la familia, el matrimonio. Temas todos, abordados con tanto amor, que sensibilizaron a muchos, y más aún, que nos vinieron como anillo al dedo, en medio de una pandemia que no cree en parentescos. Sin embargo, de manera lastimosa estos mismos temas tan afectivos, dejaron mucho que desear en el desarrollo de sus tramas.

La linealidad de las temáticas y la simplicidad absurda de los desenlaces, dejaban al espectador con ansias de disfrutar de más acción y jugosidad en las escenas. En cada capítulo, muchas veces, se exaltaba un derroche de monotonía, escenas irreales, precariedad en el desarrollo de las situaciones e irreversibles problemas de edición que propiciaron  que, el recuento inicial y  los paisajes entre escenas, se volvieran demasiados largos y agotadores desde lo visual. La densidad en las secuencias paisajísticas, nada aportaba a la trama.

Paralelo a esto, la telenovela adolece de pifias que pudieron ser subsanadas, y que describen evidentes distorsiones de la realidad cubana, que daban margen al absurdo y a la comicidad. Esto describe la falta de investigación para la construcción del guion y la posterior puesta en escena. El hogar materno dejó de cumplir su función, para convertirse en el centro de atención de situaciones personales, legales y de urgencias médicas, lejanas a la maternidad.

Por otro lado, la constante recurrencia al color azul se mostraba injustificada en muchas ocasiones, e incluso, dañan la veracidad de situaciones como la selección de fotos familiares de la protagonista, en la que siempre lleva el mismo vestido de ese color. En este sentido, resultó un fallo de la dirección artística, que equilibra con la buena elección de las locaciones.

Las actuaciones siempre convincentes y aceptadas, gracias a un elenco estrella con el que mayormente cuentan los escenarios cubanos, salvaron la pobreza del guion de sus personajes y en otras ocasiones, fueron victimizados. Actores de primera línea como Luisa María Jiménez y Fernando Hechevarría, socorrieron sus líneas con la naturalidad que siempre han caracterizado sus interpretaciones. No sucedió de la misma forma, con el papel que le fue otorgado a Denys Ramos. Este actor, que siempre ha sobresalido por sus buen desempeño en otros roles, en esta ocasión el guion ha conducido a que se vea minimizado el protagonismo que le correspondía en la telenovela.

Otra víctima de la pobreza del guion, fue la subtrama enmarcada en la violación. Un tema además, que ha sido la primera vez, que se aborda en una telenovela, no fue tratado con objetividad, y lo que resultó alarmante en un inicio, perdió fuerza al presentarse acciones de poca credibilidad para darle solución a la tragedia. Le dejaron el peso de la decisión final a una menor, sin el adecuado apoyo psicológico ni familiar. De esta manera, el desenlace resultó una incitación completa y total, a la violencia, restándole protagonismo al cumplimiento de la ley y haciendo referencia a un tipo de melodrama del más barato.

Foto: Portal de la Televisión Cubana

El rostro de los días nos enseña la importancia de la familia, de la amistad, del amor. Fue transgresora al destapar temas sensibles, y fue apoyada por buenos actores, en su gran mayoría. Sin embargo, en la búsqueda de la aceptación a través de un tema tan versátil, se creó un vacío expectativo al parecer inexperta la llevada a la práctica.