Qué placer inmenso sentarse frente a la TV y disfrutar de propuestas únicas cómo 23 y M. Omara improvisa en vivo junto a la Failde, es un programa de retransmisión y aún así resulta absolutamente deleitable. Edith Massola se pasea entre un firmamento estelar con la naturalidad que la caracteriza y pocas veces encontramos en nuestros medios audiovisuales. 23 y M es de los pocos shows que dignamente se posan ante cualquier homólogo internacional contemporáneo, estética y cualitativamente.

Si de personalidad histriónica se trata, nuestra Irela Bravo anda sobrada. La polémica y multifacética anfitriona de Entre tú y yo lo mismo puede desbordar sonrisas en Vivir del cuento que disertar sobre y con personalidades de los medios con fineza y profundidad. Al pensar en lúdico aprendizaje cabe mencionar a La neurona intranquila, fuente inagotable de alegría y conocimiento. Mezcla de ironías pegajosas e interés por variados temas que concursantes, actores y presentador establecen como puente. 

Necesitamos dejar a un lado el pensamiento lastimoso que se justifica con: hacemos los que podemos o la televisión se hace con escasos recursos. Esto último no deja de ser cierto, pero ha quedado demostrado que la creatividad, la constante búsqueda de referentes, elementos expresivos y formas interesantes resultan la fórmula perfecta. Naturalidad, estudio y ganas de hacer bien puede ser un camino directo para repensar muchos de los productos televisivos que hoy consumimos, no se trata de desechar, sí de revisarnos y caminar juntos hacia una depurada mirada de la realidad.

Regresamos a dialogar sobre la televisión contemporánea nacional, esta vez citando ejemplos que la dignifican, pues mucho hay para superar en dicho ámbito, pero también hay de elogio. No es quitar bruscamente ni borrar de un tajo, sino trabajar en la ética y estética de algunas de las propuestas que hoy se han quedado rezagadas.