La mujer cubana es ejemplo de abnegación, resistencia, solidaridad y patriotismo. Y es sobre todas las cosas, madre, hija, esposa, nieta, e incesante luchadora por la familia y defensa de su tierra y causas justas en Cuba, y el mundo.
A lo largo de la historia, a pesar de la discriminación de género u origen social que limitaba sus derechos, muchas han sido las féminas que en la manigua redentora junto a los mambises estuvieron junto a los mambises contribuyendo a la independencia de la Isla del colonialismo español. Acompañaron también las primeras trincheras de combate en la lucha clandestina y en la Sierra Maestra frente a las dictaduras de turno, durante la era seudo republicana.
Y con el triunfo de la Revolución fueron dignificadas, institucionalmente, y particularmente dejaron de ser solo objeto de placer de una putrefacta sociedad donde predominaban zonas para prostíbulos, garitos y juegos muy lucrativos que dañaban, por consecuencia de esos flagelos, la integridad de algunas familias.
Llegada la alborada de 1959 miles de mujeres se incorporaron a la construcción del proyecto emancipador de la nación caribeña. Desde los lugares más apartados de la geografía nacional vinieron adolescentes y jóvenes a cursar estudios en disimiles especialidades, las campesinas con posibilidades de superación, las conocidas Ana Betancourt.
Igualmente, las Escuelas Formadoras de Maestros, las aguerridas muchachas que estuvieron en Minas del Frio, las denominadas Makarenkos y primeras graduadas de educación primaria, a ese potente movimiento educacional le antecedió la Campaña Nacional de Alfabetización con un preponderante rol de mujeres que con lápiz, cartilla y farol en mano asistieron a ofrecer la luz de la esperanza a millones de analfabetos entonces en el país.
La Federación de Mujeres Cubanas fundada el 23 de agosto de 1960 por el máximo líder Fidel Castro y su eterna Presidente Vilma Espín coadyuvaron a una mayor participación de las féminas en cada uno de los proyectos y programas de desarrollo concebidos. Entonces en el evento inaugural Fidel expresó: “La Revolución tiene, sin duda alguna, en el sector femenino de nuestra población, un respaldo muy grande… Y no es nuevo, ya la historia nos hablaba de grandes mujeres en nuestras luchas por la independencia, y una de ellas las simboliza a todas: Mariana Grajales, aquella que le dijo al hijo más pequeño: “¡Empínate, para que vayas a luchar también por tu patria!".
El Comandante en Jefe tempranamente avizoró la importancia de las reivindicaciones de la mujer lo cual estaba además estrechamente vinculado a la conquista de la unidad, y la FMC fue desde sus inicios una organización que asumió la Revolución como su propio proceso propio para conquistar sus derechos y dignificar a todas las cubanas sin excepción de procedencia socio-económica, ni raza y credo.
En ese complejo contexto de la década del 60 del pasado siglo cuando se estructuraba la naciente FMC, -primera organización de la nueva sociedad civil que surgía-, existían sistemáticas agresiones contra el naciente proyecto. Un mes posterior fue preciso gestar los Comités de Defensa de la Revolución, en un crucial momento de hostilidad contra la Isla.
También germinaron los batallones femeninos “Lidia Doce”, de las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR). Recordar que desde entonces la Patria estaba amenazada, no solo por los grupos contrarrevolucionarios y sicarios del régimen derrotado de Batista, sino a ello se sumó el gobierno de los Estados Unidos que veía afectado sus intereses ante el rescate del pueblo cubano de sus recursos naturales, entonces en poder de compañías extranjeras, esencialmente norteamericanas, con prevalencia de latifundios en los campos del país.
Entre sus principales misiones ha estado durante décadas la protección a la niñez, adolescencia y juventud, de las madres trabajadoras y embarazadas. Pero también fueron creados círculos infantiles, semi internados y becas para que las féminas pudieran insertarse en la vida laboral y educacional. La Universidad para Todos tuvo gran inyección de muchachas para cursar disimiles carreras, y hoy son una fortaleza en los avances científicos-técnicos alcanzados, y también en diferentes ramas del conocimiento.
Han sido y son un decisivo baluarte en la formación de las nuevas generaciones, su quehacer se hace sentir en los procesos sanitarios con participación popular, vacunaciones, trabajos voluntarios, emprendimientos varios, en misiones internacionalistas, contingentes de médicos, constructores, maestros, etc.
Así mismo en una de sus profundas intervenciones referidas a los valores de las féminas, el 29 de noviembre de 1974, el máximo líder señaló: "La mujer es el taller natural donde se forja la vida. Son por excelencia las creadoras del ser humano. Y digo esto porque, lejos de ser objeto de la discriminación y de la desigualdad, la mujer merece especiales consideraciones de la sociedad."
Y hoy las cubanas agradecidas del legado de Fidel y las posibilidades de integración y desarrollo conquistadas con la Revolución están también en la primera trinchera de batalla contra el criminal bloqueo de Washington, ese que trata de asfixiar a las familias cubanas, desarticular los logros y fomentar el caos, dividir, y destruir el proyecto emancipador basado en las ideas martianas y fidelistas que lo han guiado durante más de 60 años.
La mujer cubana tiene todo el derecho de vivir en paz, y continuar sin asedios ni injerencias foráneas contribuyendo a delinear el modelo económico, político y social más apropiado a los intereses de la inmensa mayoría de la población, ese que sea integrador y lo más equitativo posible, orientado al desarrollo sostenible.
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