El máximo líder de la Revolución legó al pueblo de Cuba múltiples valores, los cuales han guiado el proyecto emancipador de la Isla por más de seis décadas, desde el triunfo de Enero de 1959.
Los cubanos aprendimos con Fidel a ser más solidarios, humanos, profundamente patriotas, apoyar las medidas de justicia social implementadas durante estos años de proceso liberador a favor de las mujeres, los desposeídos y más vulnerables del país.
También nos enseñó a respetar a las personas por su calidad humana y sus principios de amor al prójimo, y no por su condición clasista o de raza, a la vez que convocaba a respetar criterios de otros, siempre que no fuesen instrumento de los enemigos de esta noble nación caribeña.
Fidel supo siempre discernir entre quienes señalan de forma constructiva los errores y deficiencias que puedan presentarse en la implementación de cualquier peculiar proyecto popular y participativo, con el fin de subsanarlos, de aquellos que de manera obcecada y mal intencionada promueven manifestaciones de odio, violencia y tratan de destruir a la Mayor de las Antillas. Son los mismos que apoyan el bloqueo, obstaculizan el ingreso de recursos, medios y divisas necesarias para el sustento del desarrollo económico- social.
Esos entes, generalmente al servicio de intereses de poder foráneos, solo pretenden cambiar el sistema revolucionario y socialista determinado en referéndum y certificado por la Constitución, aprobada por la inmensa mayoría de la población. Los que omiten el brutal asedio a esta Isla son quienes fomentan, desesperadamente, situaciones de caos y desestabilización que incidan en la destrucción y muerte entre cubanos, por el mezquino propósito de acabar con la Revolución.
De ahí la imprescindible y requerida unidad del pueblo que tanto defendió el Comandante en Jefe, aventajado discípulo del Maestro José Martí. Sus postulados son enarbolados por Fidel en la conducción de la gesta independentista de los años 50 de la pasada centuria y los posteriores, luego de la victoria de la Sierra Maestra.
Así mismo mostró a los cubanos y al mundo la importancia del sentido del deber, de la justicia, el internacionalismo, decir siempre la verdad ante cualquier circunstancia, y salvaguardar la soberanía de la Patria ante aquellos que intenten quebrantarla o mancillar la gloriosa historia de este pueblo que tiene en su haber miles de héroes y mártires que ofrendaron sus vidas por la plena independencia, y no volver jamás al abominable pasado de inseguridad ciudadana, y hondas diferencias sociales y raciales.
Igualmente, los cubanos adquirieron con los procesos culturales y educativos impulsados por Fidel y la Revolución como derecho del pueblo, mayor nivel de conciencia política y desenvolvimiento social más participativo y además científico. Se conquistó un aprendizaje superior en diversas ramas del conocimiento, muchas de las cuales, otrora, no existían, o eran solo privilegio de las oligarquías.
La crisis actual del país es consecuencia directa del recrudecimiento del bloqueo de EE. UU y la situación mundial de incertidumbre económica y comercial, las guerras y genocidios como el que se realiza por Israel contra Gaza, entre otros territorios palestinos y árabes. Se suma también, a modo de desestabilización internacional, el dilatado proceso de paz en el conflicto entre Rusia y Ucrania debido, en lo fundamental, a mezquinos intereses de Occidente, al utilizar el ejército ucraniano y a sus mercenarios como carne de cañón de la OTAN contra el Kremlin. Pero aún en ese muy complejo escenario, el pueblo cubano, tras las enseñanzas de su invicto líder histórico, resiste la embestida criminal de Washington y sus asalariados.
Hoy cuando celebramos el cumpleaños 99 de Fidel, recordamos una de sus frases expresadas en el discurso efectuado con motivo del XXVII Aniversario del asalto al Cuartel Moncada, en Ciego de Ávila, el 26 de Julio de 1980, y que sustenta plena vigencia:
“La vinculación más profunda y permanente con las masas fue ayer, es hoy y deberá ser siempre la brújula de nuestro Partido. Comprometámonos todos a ser guardianes de la pureza revolucionaria de nuestro partido, de nuestra unidad y nuestra ideología”.
Aquí reafirmaba el Comandante en Jefe el valor de la unidad con el pueblo, y lo indispensable de defenderla ante quienes, con métodos sutiles o cantos de sirena, tratan de fragmentarla, porque la historia de Cuba demuestra que en la unidad estála fuerza, y resulta la única manera de salvaguardar la independencia de la Patria.














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