El máximo líder de la Revolución Fidel Castro Ruz es considerado, por sus ideas y accionar combativo, el mejor discípulo del legado independentista y de unidad de los patriotas cubanos enarbolado por el apóstol José Martí, en torno a un Partido. El triunfo de 1959 y la ulterior consolidación del proyecto socialista demostró que cuando las fuerzas del pueblo se mantienen cohesionadas, sustentando los postulados de sus próceres, es posible resistir cualquier desafío y vencer.
Fidel mantuvo siempre su fe infinita en que consolidar la unidad de los revolucionarios frente a los colonialistas, anexionistas y vendepatrias de todos los tiempos, era premisa esencial para la salvaguarda del programa emancipador y de justicia social iniciado en la Isla con la derrota de la sangrienta dictadura de Fulgencio Batista.
Luego de más de seis décadas de intenso bregar de lucha en defensa de la Patria, el pensamiento de Martí y Fidel están más presentes que nunca en la historia de esta noble y aguerrida tierra. Cuba, bajo el liderazgo e ideas del Comandante en Jefe no solo alcanzó importantes conquistas socio-económicas, antes inimaginables, particularmente para la inmensa mayoría de la población que carecía de visibilidad y oportunidades.
Y ello fue posible por el sustento de la unidad del pueblo en torno a su símbolo, Fidel, y al Partido rector y guía del proyecto concebido para el desarrollo socialista del país, y la búsqueda incesante de sostenibilidad económica con el propósito de alcanzar el mejor bienestar posible, para todos los ciudadanos.
Sin embargo, intereses oscuros, ambiciones, resentimientos y arrogancia imperial con sede en la Casa Blanca, aliada por compromisos ideológicos con lo más ultrareaccionario y extremista de la mafia cubano-americana radicada en la Florida han contribuido a obstaculizar la fluidez requerida para el desarrollo de la Isla, y a la vez mantener por más de sesenta años un asedio perenne, con agresiones, acciones terroristas, estrategias de subversión y un criminal bloqueo económico, comercial y financiero, sin precedentes en el mundo.
Y en ese complejo escenario de cerco, Cuba ha vivido y vive, a pesar de las políticas de recrudecimiento de la ignominia y la desfavorable coyuntura internacional con profunda incidencia de la crisis económica global, agudizada por el declive del libre comercio, exacerbadas medidas arancelarias por parte del presidente estadounidense a las naciones, incluyendo a sus aliados, pero también por las guerras, invasiones militares, y amenazas a la paz y estabilidad mundial.

Pero aún en ese difícil contexto nacional e internacional, la nación caribeña resiste y trabaja duro para vencer los retos impuestos frente a la embestida de Washington y sus satélites que no cejan en el empeño de asfixiarla por hambre y enfermedades con el maquiavélico fin de potenciar un estallido social en el país. Los enemigos de la independencia de Cuba están aferrados en destruir la Revolución, sus conquistas, e imponer la otrora “seudorepublica” que imperó en esta tierra permeada, durante las décadas del 20 y el 50 del pasado siglo, por la represión, las abismales desigualdades, el analfabetismo, la cultura selectiva para élites y en gran medida precaria, así como la escasez y el lucro en servicios sanitarios, entre otros flagelos que prevalecían a lo largo y ancho del territorio.
De ahí la importancia que reviste la unidad necesaria referida por el Maestro y Fidel en centurias diferentes, pero con enemigos de iguales objetivos; colonialistas, neocolonialistas y neoliberales capitalistas. Retrotraer a la Isla a ese oprobioso pasado seria traicionar a los héroes y mártires de la Patria que ofrendaron lo más preciado, sus vidas, por la libertad.
Estudiosos e investigadores de la obra del máximo líder como el Dr. Elier Ramírez, al hacer referencia a una de las claves de la cultura de resistencia y emancipación cubana, convoca a defender como uno de los principales legados que le debemos a Fidel, la unidad de las fuerzas revolucionarias, la unidad con el pueblo, y la indestructible unidad en torno al Partido y al liderazgo de la Revolución. Esos principios deben prevalecer como salvaguarda del proyecto socialista y emancipador cubano, ante intentos de elementos oportunistas, contrarrevolucionarios, o de doble moral, por desarticular y destruir la Revolución.
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Presentan al Consejo de Gobierno del Tribunal Supremo Popular la Plataforma Soberanía