Personas beneficiadas por un proyecto de cooperación internacional que se desarrolla en Guanabacoa visitan una de las tres fincas del Proyecto de Desarrollo Local (PDL) Bacoreto, en un monte cerrado, fuera del bullicio de la ciudad, pero no en son de paseo, sino de aprendizaje.

El fin fue otro, sustancioso. Ese fue el escenario escogido para dos de los talleres de capacitación del proyecto "Impulsar la transición ecológica en La Habana para garantizar la seguridad alimentaria, la sostenibilidad de las formas de vida y la diversidad de ecosistemas", relacionado por los microhuertos y la economía.

Con la participación de representantes de fincas, PDL, el espacio propició el intercambio, la evacuación de dudas, la demostración práctica, la apropiación de nuevos saberes y la visualización de posibilidades para su realización en el campo, con beneficio de la economía doméstica y la producción de alimentos, objetivos que persigue esta iniciativa de cooperación internacional.

Como es habitual en este tipo de sesión participativa, se recapituló acerca de talleres anteriores y se refrescaron prácticas agroecológicas, toda vez que uno de los propósitos del proyecto es que a su cierre al menos seis fincas y áreas colectivas de las cooperativas estén aplicando metodologías para la transición agroecológica, con el uso de bioproductos, y que repercutan en el incremento productivo y de la biodiversidad, según recordó Vivian Leiva, vicepresidenta de la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) en La Habana y coordinadora del proyecto.

Foto: Raquel Sierra

Los microhuertos

Los microhuertos son espacios productivos con características propias: pueden tener diferentes tamaños y modos de hacer, que tienen en común un fin: mejorar las alimentación de la familia, según explicó el profesor Luis Vázquez, facilitador del taller sobre este tema.

Su fin, destacó, no es productivo, independientemente de que una parte de su producción, manejada con mayor intensidad, pueda ser comercializable, sino para el autoabastecimiento familiar y “mejorar la diversidad de nutrientes en la familia”. “No hay ninguna regla de superficie o especies, pero sí que es para sembrar hortalizas de frutos, de hojas, de tubérculos, de vaina, que le sirva a la familia para mejorar la alimentación”.

En ese sentido, destacó que uno de los propósitos del proyecto es que “todas las fincas tengan su microhuerto, unos más grandes, otros más pequeños o más bonitos, pero que tenga un nivel de autoabastecimiento”. Las ventajas son multidimensionales: fácil acceso, cero kilómetro, alimentos sanos y asequibles que apoyen la economía y la alimentación familiar.

En palabras de las y los productores, el microhuerto sirve: “te ahorras dinero y comes sano”, “es una ventaja tenerlos y que puedas obtener el producto ahí mismo, fresco”, “diversifica la alimentación, porque puedes llevar diez plantas de lechuga, de acelga y de tomate y vas comiendo y siempre tienes”, “con los precios que tienen ahora las cosas, te ahorras dinero”…

Para realizar recomendaciones sobre vías para optimizar la explotación de esos espacios productivos para el autoabastecimiento intervino Otto Manuel Andérez Ramos, del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical Alejandro Humboldt (Inifat).  Los microhuertos, señaló, nos permiten tener en un pequeño pedazo de tierra, ya sea una goma de carro, una maceta o un pomo plástico picado, las plantas que nos gustan, que podemos atender y cuidar, que sirven también para combatir el estrés, contribuyendo al bienestar físico y mental.

Aunque es una alternativa aparentemente sencilla, también se requieren conocimientos sobre el suelo, la humedad, los nutrientes que demandan las plantas, así como la atención que requieren, dijo el agrónomo. En el caso de vías para mejorar la salud del suelo mencionó algunas materias orgánicas que pueden incorporarse como los residuos orgánicos, ceniza, cáscara de huevo, hoja de plátano para tener potasio, humus de lombriz y microrganismos eficientes –que pueden obtener en sus espacios productivos-, entre otras, prácticas agroecológicas que mejoran el estado y el nivel de nutrientes del suelo y de las plantas.

Andérez Ramos también mencionó vías para la protección de las plantas, entre ellas, las barreras de colores y el uso de maíz y girasol en áreas limítrofes, así como la importancia de la polinización o fecundación, un paso esencial del ciclo vegetativo para la obtención de frutos.

En ese encuentro se dieron recomendaciones sobre proporciones para el uso del humus de lombriz, la conformación del sustrato, el biochar o biocarbón –carbón vegetal empleado como enmienda al suelo-, y coordinó la entrega de muestras de un producto obtenido por la ciencia cubana, Fitomás, que acelera el desarrollo vegetativo de las plantas.

Foto: Raquel Sierra

Economía circular

En el taller sobre economía circular, el profesor Vázquez explicó que el país tiene una política de Estado para introducir la economía circular (EC) en todos los sistemas: la industria, el turismo, la agricultura y también los nuevos actores económicos.

De acuerdo con documentos del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), rector de esta estrategia, la economía circular implica aquellos sistemas de producción y de consumo que promuevan la eficiencia en el uso de los materiales, agua y energía, y tiene en cuenta la capacidad de recuperación de los ecosistemas, el uso circular de los flujos de materiales y la extensión de su vida útil a través de las innovación tecnológica, las alianzas y la colaboración entre actores, así como el impulso de negocios que respondan a los fundamentos del desarrollo sostenible.

En una dinámica interactiva, se expresaron criterios sobre prácticas de las fincas que pudieran estar apuntando hacia la EC: utilizar todo lo de la finca, cerrar ciclos, sacarle todos los derivados a los productos, reducir gastos y otros.  

Casi todas las fincas de ustedes, dijo el experto, están haciendo economía circular, porque si hacen agroecología, hacen economía circular.  Según destacó, en el mundo, la economía circular se ha desarrollado con mayor fuerza en la industria, que es un sistema cerrado, en el caso de la agricultura, que son sistemas abiertos, tiene que ser sostenible.

En la agricultura, en las fincas que están en transición agroecológica, es mejor hablar de economía circular, sostenible “porque ustedes están no solamente utilizando todos los residuos, que se denominan subproductos, que se aprovechan y se les agrega valor: si tienes un residuo, que es un subproducto y lo conviertes en abono, le estás agregando valor, y lo vas a utilizar para abonar los cultivos, que vas a convertir en alimentos”.

En economía circular, destacó Vázquez, se habla de reducir los desechos, lo que en el caso de la agricultura debe traducirse como aprovecharlos, esto funciona tanto para las fincas agrícolas o pecuarias. “La EC incluye la agregación de valor a los residuos, convirtiéndolos en subproductos, que pueden ser utilizados en otros fines, o a los productos primarios agrícolas o pecuarios”.

Otro aspecto tiene que ver con la biodiversidad: “si tengo un policultivo, hasta 30 especies de frutales en una hectárea, se van sembrando otros cultivos, o en la agricultura urbana en los canterios, ese intercalamiento facilita interacciones en la biodiversidad, lo que en la práctica significa que una planta acompaña a la otra y le aporta o comparte microorganismos, se protegen del aire, de la radiación solar o le retiene humedad, en beneficio mutuo”.

En la EC sostenible eso significa que no tiene que hacer labores de desyerbe, ni regar porque se retiene la humedad, se reducen las plagas, a diferencia de tenerlos en campos separados, donde si habría que hacer esas labores. “En fincas que son sistemas agroforestales, hay influencias de la biodiversidad que no se ven, que reducen los costos por los efectos del policultivo”, puntualizó.

De acuerdo con Vázquez, existe otra dimensión: la soberanía. La EC propicia la independencia de los insumos, se producen semillas propias, compost, abonos, “se es menos dependiente de financiamiento”, en la medida que se adquieren conocimientos, adquiere independencia técnica, se depende menos de servicios técnicos externos.

Estos son saberes compartidos en los talleres del proyecto Transición Agroecológica (nombre corto) es implementado por  la Filial Habana de Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), con el acompañamiento de las organizaciones no gubernamentales españolas Movimiento por la Paz (MPDL) y Justicia Alimentaria y financiamiento de la Generalitat Valenciana.

Foto: Raquel Sierra
Foto: Cartel

Otras informaciones:

Impunidad cero. Tolerancia, ninguna