Aquella mañana del 3 de septiembre de 2010, Fidel sostenía un encuentro con los estudiantes de la Universidad de La Habana, en medio de circunstancias muy parecidas a las que hoy amenazan la paz y la supervivencia de la especie humana a escala global. De esta manera convocaba a los jóvenes a compartir la evocación de sus compañeros de lucha presentes y los mártires de la Patria.
En su precisa y certera intervención, destacó que había descubierto su verdadero destino siendo un joven de la Universidad y le acompaña el recuerdo de otros a los cuales conoció y cómo le inspiraron las ideas de Martí, precisamente, en la sentencia: “Patria es humanidad”, nos previene de andar juntos y en cuadro apretado para evitar (en un nuevo contexto) que el imperio desate una conflagración de impredecibles consecuencias para la vida en el planeta tierra.
Recordaba que la Colina universitaria resulta un bastión y garante del ejemplo de quienes nos precedieron en nuestras luchas por la independencia de Cuba y enfatizó pasajes –que dejan heridas abiertas en la memoria de nuestra Patria– como el de aquel 27 de noviembre de 1871, cuando fueron fusilados ocho estudiantes de medicina a manos de fuerzas de ocupación españolas que regían los destinos de la Isla.
“No merecíamos ser colonia de un imperio, advirtió, y mucho menos del más poderoso (en referencia a los Estados Unidos) que todavía ocupa la Base Naval de Guantánamo, donde se encuentran retenidos prisioneros (…) de todo el mundo, desprovistos de todos los derechos y convenciones internacionales”.
“Cuán lejos pensamos, después del triunfo (de la Revolución) que volveríamos a reunirnos (…) con objetivos aún mayores (destacó en franca referencia a la necesidad de una coalición de solidaridad internacional por la Paz y contra la guerra). “Estamos llegando a un punto crítico donde no existe marcha atrás (…) después todo sea en vano y demasiado tarde”.
Señalaba que no podemos vivir de espaldas a la naturaleza, sino vivir abrazados a ella. “Somos parte de la naturaleza y de su equilibrio”. Seguidamente subrayaba que la energía atrapada por el efecto invernadero provocará que se produzcan desastres naturales de consecuencias impredecibles. “No podemos perder tiempo en guerras anacrónicas que nos debilitan y agotan nuestras energías. Nuestros enemigos hacen las guerras. Eliminemos todas las causas que hacen que el hombre vea al hombre como su enemigo”, aseguraba Fidel.
Con su visión meridiana y futurista, declaraba que “gracias a los medios electrónicos de la comunicación el mundo se está enterando de lo que realmente ocurre; aun cuando las grandes y poderosas transnacionales se apropian de los derechos de decidir la transmisión de lo que ocurre (…) en relación con los acontecimientos que preceden al posible inicio de una guerra de magnitud nuclear que amenaza la supervivencia de la especie humana y la estabilidad natural del planeta.
Algunos silencios estremecen más que un grito; incluso el dolor por la partida física, mas se cumplen ocho años y Fidel continúa entre nosotros en aquella sentencia de todo un pueblo: ¡Yo soy Fidel!
Ver además: