El criminal bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos de América contra la Isla fue implementado por el entonces presidente estadounidense John F. Kennedy, el 3 de febrero de 1962, cuando emitió la Proclama 3447 donde decretaba un “embargo” total del comercio al amparo de la sección 620 (a) de la Ley de Asistencia Exterior. Y desde entonces se le dio carácter oficial al histórico asedio, asumiendo la Casa Blanca acuerdos unilaterales que no solo siguen dañando derechos humanos de millones de cubanos, sino que además contravienen, el derecho internacional.
Y a pesar de considerarse desde esa fecha una legislación oficial instrumentada contra la estabilidad y bienestar de los compatriotas de la Isla, ya Washington con el entonces dignatario Dwight D. Eisenhower venía imponiendo medidas consideradas de “embargo parcial económico”, y desarticulando las relaciones bilaterales entre ambos países, con la ruptura de relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961.
Esas abominables acciones demostraron la falta de voluntad política de los EE.UU. por sustentar vínculos armónicos y de buena vecindad con La Habana. No aceptaron la plena independencia política, económica y el desarrollo social que proyectaba el naciente proceso revolucionario en busca de mayor justicia y equidad para el pueblo que antes vivía en un contexto de profundas desigualdades, explotación y represión por parte del régimen batistiano.
La obcecada estrategia de Norteamérica se basó en aislar a Cuba y obstaculizar por todas las vías a su alcance, el avance del socialismo, aplicando disímiles métodos de agresiones y también campañas mediáticas de desinformación y tergiversación de la realidad por parte de sus voceros, agencias, y medios de comunicación.
Han transcurrido más de 60 años de cruel cerco, hostilidad y maniobras subversivas contra la nación caribeña. Y a pesar de la crueldad y el genocidio que representa intentar asfixiar a todo un pueblo por ambiciones y anhelos geopolíticos en la región, los cubanos resisten y tratan con iniciativas y fórmulas propias actualizar e impulsar su sistema económico orientado a la búsqueda incesante de mejores condiciones de vida, salud integral y potencialidades científicas y académicas, a favor de la población.
Son colosales los perjuicios que ha traído consigo la política de asedio norteamericano, además de ser absurda e ignominiosa. Y no solo está orientada a sanciones en el ámbito económico, sino que cínicamente y con la doble moral característica de la Casa Blanca en el caso Cuba, ese gobierno ha sido capaz de incluir a la Mayor de las Antillas en una espuria lista de “países patrocinadores del terrorismo”, cuando precisamente es el pueblo cubano, la principal víctima del terrorismo organizado y planificado, por décadas, desde Washington con su Agencia de Inteligencia, la CIA. Y solo con el fin de justificar lo injustificable, de su estrategia anticubana.
En cada período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el tema del bloqueo genocida es rechazado, contundentemente, por la inmensa mayoría de los países, solo el verdugo que lo aplica y alguno que otro aliado, cada vez menos, lo secundan.
Además, el cerco concebido unilateralmente por EE.UU. afecta la soberanía de otros países por su extraterritorialidad. Personas y entidades jurídicas de otros pueblos son chantajeados con la negativa de entrada a Estados Unidos por determinado tiempo, si sus embarcaciones transportan mercancías a Cuba, a la vez que instrumentan otras disparatadas sanciones contra naciones independientes.
Lamentablemente, la administración actual de Joe Biden mantiene las extremas penalizaciones impuestas por el ex mandatario Donald Trump, incluso las prórroga, demostrando su incapacidad para revertirlas, o al menos dar continuidad a la “política de diplomacia” con vínculos pueblo a pueblo entre Cuba y Estados Unidos iniciada por el otrora dignatario Barack Obama. Estas entonces se encaminaban más a defender los intereses de los ciudadanos y gobierno norteamericanos, aunque de manera diferente, quizás más inteligente.
La comunidad mundial reconoce que la Isla tiene el derecho, (como cualquier otro país), a un desarrollo sin obstáculos, a un comercio libre en condiciones de igual a igual a la práctica internacional de acceso a créditos y financiamientos los cuales habitualmente se utilizan en el mercado exterior y en negocios bilaterales entre países.

El reciente informe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba presentado por el canciller Bruno Rodríguez Parrilla al cuerpo diplomático acreditado en La Habana y a la prensa nacional y extranjera, reflejó una actualización del impacto del bloqueo, señalando que según datos presentados, del 1º de marzo de 2023 hasta el 29 de febrero de 2024, este causó daños y perjuicios materiales al país estimados en el orden de los 5 mil 56,8 millones de dólares, lo que representa un incremento de 189,8 millones, con respecto al informe anterior.
Una vez más el gobierno de EE.UU. al presentar Cuba su informe proponiendo poner fin a este cerco en Naciones Unidas, quedará aislado por querer seguir sustentando su objetivo de gendarme mundial e intentar influir con su anhelo hegemonista, en las relaciones internacionales. Nadie duda que el pueblo cubano estaría mejor sin bloqueo, y que tiene el derecho humano de avanzar hacia el cumplimiento de las Metas del Milenio, sin ataduras para su futuro desarrollo.
¡No Más Bloqueos!
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