La visita a las vegas de tabaco de San Juan y Martínez, una de las actividades de la edición 24 del Festival del Habano, trajo encuentros asombros y descubrimientos.
En el único despalillo de San Juan y Martínez (BD2), se plancha, despalilla y puntea el tabaco para la tripa destinada a la exportación. Sentada en su banco, trabaja Rosa Blanco Martínez, de 67 años. Comenzó en 1981 y se mantuvo hasta la jubilación. Luego, para mejorar su economía, se reincorporó.
Llega temprano, algo pasadas las seis de la mañana para iniciar su labor de retirar las hebras a las hojas de tabaco, que no se desecha, sino que la emplean los vegueros para proteger las plantaciones de las plagas. Las hojas sanas y planchadas van a un lado, para tripa, mientras los bordes recortados, se recolectan para picadura de cigarros, nada se desecha, sostiene.
Hasta su puesto, en medio de muchas otras mujeres que realizan similar labor, con los ojos llenos de asombro, llegó Yasendri Montelier, torcedora de la Fábrica de Tabacos Partagás. Con 17 años en ese oficio, el XXIV Festival del Habano le trajo está sorpresa: visitar por primera vez las vegas de tabaco y conocer de dónde vienen las hojas que tuerce para conformar su especialidad, las pirámides, una forma de tabaco con una de sus extremos puntiagudos.
“Me ha parecido divino. Me quedé muy impresionada también con la capa...una capa divina, como no las había visto nunca y eso que llevo 17 años torciendo”, comentó.
Con la visita, Yasendri regresó a sus orígenes. Sin tradición tabaquera en la familia, llegó a este oficio cuando la directora de la fábrica de tabacos de Candelaria vio en sus manos de muy joven manicuri habilidades para el torcido. La convenció de hacer el curso de tabaquería. “Voy a probar a ver si doy, entré, empecé el curso y ahí me quedé” hasta el día de hoy.
Graduada de técnico medio en comercio, tomó este camino que la llevo a incorporarse a la Partagás hace una ya más de una década. Para la torcedora, la experiencia de visitar el proceso ha sido muy buena “porque se aprende mucho, porque hay muchas personas que están involucradas en este mundo y no saben sobre cómo el tabaco viene de la tierra...saben hacerlo, porque te enseñan, pasas una escuela, te enseñan hacer los tabaco, pero nada de lo que viene de atrás”.

Yasendri quedó impactada con la experiencia de Rosa, con su edad, sentada en la mesa del despalillo...”creo que no voy a llegar allá”, comentó. Al respecto, dijo que, tanto el trabajo de Rosa como hacer tabacos, torcerlos, lleva mucha vista, mucho detalle.
La torcedora, formada en un curso para la más más alta categoría para ese oficio, la novena, se dedica a las pirámides y llega a torcer hasta 500 unidades por encima de la norma. Su profesionalidad la han llevado a representar a Cuba en diferentes países, para exhibiciones de torcido, sin molde alguno, donde la habilidad de sus manos despierta en los espectadores similar asombro al que sintió al ver a Rosa.
En esos lugares “las personas tienen una veneración por el tabaco, donde quiera que llegas eres un dios, les impresiona mucho, es como cuando llegué a Pinar del Río, que nunca había visto eso, se vuelven locos porque no saben cómo se hacen, qué tienen adentro, generalmente tienen la idea de que es como la picadura de un cigarro, ven que es de hojas, les vas explicando y es todo un espectáculo”, dijo la torcedora.

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