La noticia corrió como pólvora. Los teléfonos no cesaban de sonar. Hubo conmoción. Ilustraciones del aparato genital femenino aparecían en la sección Debates de Salud de la revista Mujeres, en una época (finales de los años 60 del pasado siglo) que nadie hablaba de la sexualidad humana, sin caer en prejuicios de todo tipo, incluso para esconder la ignorancia relacionada con el tema y exhibir un patrón machista cada vez más insostenible, durante la etapa que más mujeres se incorporaban a planes de estudios, en todos los niveles de la enseñanza, y realizaban labores en esferas donde antes fueron casi proscritas.

Era un tema tabú aquel temerario texto publicado en la revista Mujeres, pero la esfera de salud de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), en la sección Debates de Salud de la citada revista, había decidido publicar cuestiones de interés para las federadas, principalmente dirigidas a las amas de casa, aún en mayoría durante esos años.

Ante la aparición de las citadas ilustraciones, alegaban (hombres y mujeres) que eran temas estrictamente privados y no para ser expuestos en un medio de comunicación; pero ni la revista ni la fmc se detuvieron. Consideraban esta apertura como parte de las cuestiones esenciales que se debían compartir y habían  decidido ir desde lo más sencillo a lo más complejo: ¿Por qué no se podía tener conocimiento de su propio cuerpo? ¿De las cuestiones relacionadas con la salud reproductiva?

Tribuna de La Habana visitó a Iraida Campo, periodista durante mucho tiempo de la revista Mujeres, en busca de anécdotas de aquellos años fundacionales de la FMC, de esa época de transformaciones donde había tareas que, en el imaginario popular, solo fueron concebidas para hombres.

“No fue fácil -recuerda Iraida-, que una mujer asumiera ser, por ejemplo, práctico de puerto, que dirigiera un central azucarero, pilotar un avión, ser cirujana... Hoy algunos de estos testimonios pudieran causar risas entre los más jóvenes, pero el empoderamiento de las mujeres cubanas tuvo sólidos cimientos gracias a un proceso estudiado que la FMC impulsó, defendió y determinó que los límites estuvieran marcados por la inteligencia y decisión de cada mujer”.

Eso sí, lucharían por informar, educar, visualizar y defender cada conquista, sobre la base de experiencias vividas, testimonios, entrevistas que aparecían con los rostros llenos de júbilo de aquellas capaces de alcanzar sus sueños contra viento y marea.

Vilma Espín. Foto: Archivo de Tribuna de La Habana

“Había que hablar, comunicarse. La FMC nació con Fidel y Vilma al frente. Debemos recordar planes tan importantes como el Ana Betancourt, a través del cual se logró enseñar a coser, en máquinas (eléctricas y de pedal), a las jóvenes campesinas que trajeron a La Habana y muchas de las cuales después tomaron rumbos hacia otros sectores en los que tendrían un futuro de inserción social con independencia y pleno. Cuando regresaban a sus territorios de residencia lo hacían con otros conocimientos que podían ampliar la visión y perspectivas de sus coterráneas.

“Vilma Espín participaba en los consejos de dirección de la revista Mujeres y colocaba temas a debatir porque sabía a dónde podían llegar las féminas con su talento. Hay que recordar que el nivel educacional no era tan elevado ni habían pasado tantos años de la Campaña de Alfabetización.

“Era un trabajo duro que hoy se revierte al ver a tantas mujeres empoderadas. La FMC cumple 63 años y, aunque hay resultados notables de significativo avance en comparación con otras naciones, aún hay asignaturas pendientes para las cubanas”.