Hace un año y unos meses, en marzo de 2021, Cuba dio un paso más por el avance de las mujeres y la igualdad de derechos, oportunidades y posibilidades, refrendados en la Constitución de la República de Cuba. Avances y desafíos pugnan en un escenario complejo para actuar sobre las brechas. Sin
embargo, el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (pam), se propuso incidir en “los factores objetivos y subjetivos que, como expresiones de discriminación, persisten en la sociedad cubana”, con el fin de ir eliminando los resquicios. Son siete las áreas de especial atención en este documento estratégico,
que involucra a la sociedad y el universo de los organismos, las instituciones y organizaciones: empoderamiento económico de las mujeres, medios de comunicación; educación, prevención y trabajo
social; acceso a la toma de decisiones; legislación y derecho, marco normativo y sistemas de protección contra todas las formas de discriminación y violencia; salud sexual y reproductiva y estadísticas e investigaciones.

Para quienes lo desconozcan, el documento lo deja claro: el programa “promueve acciones dirigidas a lograr mayor integralidad y efectividad en la prevención y eliminación de manifestaciones de discriminación contra las mujeres, así como a fortalecer los mecanismos y la capacidad profesional de los funcionarios y servidores
públicos para incorporar las cuestiones de género en la elaboración de políticas, programas y en la prestación de servicios” demanda, por un lado, de sensibilización, capacitación y; por el otro, mentes y corazones abiertos.
LOS PORQUÉ DE LAS COSAS
No importa cuán lejos hayan llegado las mujeres como grupo, ni que sean el 66 por ciento de las profesionales y técnicos del país; el 82% de profesores, maestros y científicos; más del 70% de los fiscales, presidentes de tribunales provinciales, jueces profesionales; el 53,5% en el sistema de ciencia y tecnología
y más del 64,2 % de los colaboradores internacionalistas. Sobre ellas siguen pesando siglos de trabajo doméstico feminizado por la tradición patriarcal. Diferentes estudios lanzan las alertas. Datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (onei) muestran que las mujeres son casi 40% de las personas ocupadas (en empleos formales); es decir: de cada 100 mujeres en edad laboral, 40 están ocupadas y 60 no lo están.
Por otra parte, 36 de cada 100 mujeres de más de 15 años no reciben ingresos propios, porque solo realizan trabajos domésticos en los hogares, existe un alza del embarazo en la adolescencia y según la Encuesta Nacional de Envejecimiento, una de cada cuatro mujeres que dejaron de estar vinculadas laboralmente por una causa diferente a la jubilación, lo hizo por necesidad de proveer cuidados.

Existen desigualdades económicas, de género, territoriales, por condición de ruralidad, edad, discapacidad, pobreza, vulnerabilidad, marginación para las mujeres en general, que se acentúan con la categoría color de la piel. Las investigaciones revelan que, semanalmente, las cubanas dedican 14 horas más como promedio
al trabajo no remunerado, en comparación con los hombres, quienes realizan 12 horas más que las mujeres al trabajo remunerado. A su vez, los análisis arrojan que la brecha no se refiere únicamente a la cantidad de horas sino a la calidad de ese tiempo. Las tareas que ellas realizan, como norma, demandan de un esfuerzo
diario y continuado, así como un importante desgaste psicológico.
En tiempos de pandemia y no sin costo en su estabilidad, en la generalidad, sobre ellas recayó el cuidado en el hogar de niños y niñas pequeños y, entre libros, pantallas del televisor y nasobucos, se convirtieron en sus maestras.
Hasta noviembre del 2021, indican las estadísticas, las mujeres solo representaban el 23 por ciento de las personas socias de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), por debajo de su presencia dentro
del sector no estatal. Al respecto, investigadoras, empresarias y mujeres que desean emprender negocios, apuntan que darles facilidades como créditos o bonificaciones fiscales u otras herramientas de inclusión,
permitirían que puedan poner en este sector su creatividad y empeño, para, como señala el pam: “evitar que se produzcan retrocesos o manifestaciones de discriminación”.
Las estadísticas y los análisis dan pistas para la actuación. La ciencia apunta particularmente al tema del trabajo de cuidado, como una de las limitantes fundamentales para el tema del empoderamiento y de la autonomía de las mujeres en todos los espacios.

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