Avanzaban los años, Fidel Castro Ruz había llevado una vida dura en la cual sufrió algunos accidentes. Pero al andar, el paso del líder histórico de la Revolución seguía siendo largo, ágil, seguro. 

Un día la periodista le preguntó: - Comandante, ha transcurrido el tiempo, la historia suya es incansable…?usted nunca piensa jubilarse?

El hombre que casi le doblaba en estatura física respondió: -La vida es la que me va a jubilar a mí, mientras pueda y tenga aliento, jamás voy a dejar de trabajar. 

Foto: Cortesía de la entrevistada

De ahí partió el compromiso de Aida Martínez López… - Voy a hacer lo mismo que usted, Comandante; me voy a morir trabajando.

Hoy, Aida tiene 76 años, de ellos 52 dedicados a la locución y el periodismo radial.

Andariega, laboriosa. Va siempre en busca de noticias, con una mochila repleta de sueños que respaldan el pasado, el presente y el futuro de Cuba, protegiendo su piel demasiado blanca del fuerte sol.

Ella fue la primera directora de la emisora Radio Metropolitana, que este mes de enero cumple 47 años de fundada.

Cuenta que fue designada como la primera directora de esa emisora capitalina por Manuel Andrés Mazorra, Premio Nacional de Radio de 2012 y durante muchos años director de Radio Progreso. 

El sitio fundacional de la llamada Radio de Casa fue la Avenida 26, del Reparto Kohly.

Durante su labor reporteril acompañó en varias jornadas a Fidel Castro, a quien considera vivo en su pueblo. Aida comenta que para hablar con él había que responder exactamente lo que preguntara, con verbo filoso, exacto. 

Foto: Cortesía de la entrevistada

En uno de los recorridos por obras de la construcción, se mantuvo siempre a su lado; en ocasiones el Comandante en Jefe le ponía el brazo en el hombro, o le tocaba suevamente la cabeza en señal de afecto. Al marcharse, ella lo acompañó hasta las puertas de su auto y se despidió.

Rápidamente apareció una compañera que le pidió fuera al puesto médico para tomarle la presión arterial, porque pensó que la periodista estaba demasiado nerviosa.

Al final, la asustada fue la que vino en su auxilio cuando Aida le mostró que todo el recorrido lo había hecho con un zapato que acababa de rompérsele, pero maniobrando para evitar resbalar por el lodo y quizás provocar un accidente al Jefe de la Revolución. 

Foto: Ricardo Gómez

Martínez López cumplió misiones internacionalistas en Irak, adonde fue como constructora, al ser seleccionada por una empresa del sector, en momentos cuando ella pertenecía a una micro brigada, con el fin de edificar su vivienda y la de otros colegas.

Allí, en Asia occidental, la sorprendieron las acciones bélicas entre esa nación e Irán. Se desempeñó entonces como corresponsal de guerra. Estuvo en la capital, Bagdad, y luego en la zona sur.

Vivían en unas casas largas y cuadradas que llamaban caravanas.

Una perrita les servía de señuelo, les daba la señal para salvar sus vidas. Cuando el canino comenzaba a refugiar a sus cachorros de forma precipitada, todos sabían que iniciarían los bombardeos.

Los iraníes sabían de la existencia de constructores cubanos allí y de alguna manera los cuidaban, pero hubo momentos cuando los obuses caían en sus propias cocinas.

Hacían trincheras de arena, pero a los pocos minutos el material sílice reseco volvía a ocupar el lugar de antes. Se amparaban con sacos, para protegerse.

En esa etapa, Aida acopiaba testimonios de obreros y técnicos de la Isla para enviarlos acá. Era una de las formas de que sus familias supieran que estaban vivos.

En Etiopía, además de ser corresponsal de guerra, fue directora de Radio TATEK, que salió al aire en octubre de 1978 en la región de Harar. Tuvo la misión de informar a los combatientes cubanos de lo que acontecía tanto en ese país del Este de África, como en la Isla natal.

En esa etapa fue madre, novia, amiga, pero siempre guarda a buen recaudo el amor que les tenían los etíopes. 

Aida Martínez tiene más de 20 condecoraciones y distinciones del Consejo de Estado, entre ellas la del Aniversario 20 del Asalto al Cuartel Moncada.  

Es Premio por la Obra de la Vida de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en la Delegación Provincial de La Habana.

Quienes de una u otra forma han estado a su lado, sienten la fuerza de querer crecerse y también el apoyo imprescindible cuando alguna dolencia aqueja. Llama a los médicos, mueve cielo y tierra, para salvar a cualquiera de sus colegas. Doy fe de ello.

La vida premia a las personas que conocieron el espíritu del Comandante en Jefe con hábitos que replican la energía, el vigor y el aliento propios de Fidel.  

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