Cuba contará con una ley de soberanía y seguridad alimentaria nutricional, para lo cual el anteproyecto será presentado próximamente a la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento).

Así lo indicó Elizabeth Peña, directora del Programa Nacional de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, del Ministerio de la Agricultura, durante un panel insertado en la iniciativa Comunicar la soberanía alimentaria, un esfuerzo conjunto entre el Instituto Internacional de Periodismo José Martí (IIPJM) y la representación en Cuba de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Según explicó Peña en el encuentro, desarrollado en el contexto del Día Mundial de la Alimentación y del Día Internacional de las Mujeres Rurales, el 15 y 16 de octubre, respectivamente, se trata de un cuerpo legal que contempla los objetivos y temas estratégicos de los sistemas alimentarios locales soberanos y sostenibles.

Realizado en el espacio virtual, el panel estuvo integrado también por Marcelo Resende, representante de FAO en Cuba, Betsy Anaya y Anicia García, del Centro de Estudios sobre la Economía Cubana, y Yenisei Bombino, profesora de la Universidad de La Habana.

En la videoconferencia participó a distancia el teólogo brasileño Frei Betto, asesor del Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional (SAN) de la República de Cuba (2020).

El Instituto Internacional de Periodismo José Martí, junto a FAO, incorporará próximamente a su aula virtual un curso sobre temas vinculados con la soberanía alimentaria, anunció en la sesión el director del IIPJM, Ariel Terrero.

Alta prioridad

En su disertación Accesibilidad a los alimentos en Cuba: situación actual y desafíos, las doctoras en Ciencias Anicia García Álvarez y Betsy Anaya Cruz expusieron la definición adoptada en la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, que establece que “la seguridad alimentaria a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, para una vida activa y sana”.

El evaluar la disponibilidad de alimentos, refirieron varios elementos: contracción de la disponibilidad en los 90, pero se prioriza la alimentación, mejoras en la disponibilidad en los 2000, contracción de la distribución normada, consumo aparente que rebasa las recomendaciones diarias para la energía, pero decrece para proteínas y grasas y elevada dependencia de importaciones.

La irrupción de la COVID-19 ha presentado nuevos ingredientes a un tema que implica importaciones por más de 1.800 millones de dólares al año para la adquisición de alimentos e insumos: tensión adicional en las finanzas externas, contracción de la capacidad importadora de bienes para garantizar producciones, así como en la disponibilidad de alimentos, incremento de precios, exacerbado por la devaluación resultante del ordenamiento monetario, indicaron las expertas del Centro de Estudios sobre la Economía Cubana.

Por su parte, Yenesei Bombino, de la Universidad de La Habana, expuso elementos sobre la condición y posición de las mujeres en el ámbito rural y la necesidad de impulsar estrategias y medidas afirmativas que garanticen tanto su incorporación y permanencia en la población económicamente activa, así como el reconocimiento de su aporte no remunerado.

Según sostiene, la universalidad de las políticas sociales cubanas constituye un paso indispensable, pero no suficiente para el apoyo de las mujeres rurales, pues no logra identificar de forma precisa sus necesidades específicas, prácticas y estratégicas.

Plan de soberanía alimentaria

El Consejo de Ministros de Cuba aprobó el SAN el 22 de julio de 2020, primero de su tipo en la historia del país, que se sustenta en la capacidad de la nación para producir alimentos de forma sostenible y dar acceso a la población a una alimentación balanceada, nutritiva e inocua, reduciendo la dependencia de medios e insumos internos, con respeto a la diversidad cultural y la responsabilidad ambiental.

El plan cubano promueve el desarrollo de los sistemas alimentarios locales, potenciando las posibilidades y capacidades de los territorios, el impulso a la producción para disminuir la dependencia de las importaciones de alimentos e insumos, garantizar la calidad a inocuidad de los productos del agro y la disminución de las pérdidas, así como movilizar los sistemas educacionales, de la cultura y de la comunicación para fortalecer la educación alimentaria y nutricional.

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