Los mercenarios que se pliegan a intereses foráneos en contra de su Cultura e identidad están llamados al fracaso y también al olvido ante la falta de autenticidad.
Signos de degradación humana muestran quienes por posiciones ideológicas, ambiciones personales o complacencia con la ultraderecha americana, europea, o cualquier otra, actúan como sicarios al servicio de intereses extranjeros que laceran la vida de pueblos, como el de Cuba.
Por estos días puede constatarse en redes sociales y otros medios de comunicación, declaraciones de personajes vinculados a lo más reaccionario de la política en el continente americano y en Europa. Estos, de forma airada, se manifiestan contra todo aquel que honestamente rechace el bloqueo a la noble y aguerrida Isla.
Esos ciudadanos que apoyan la barbarie contra la Mayor de las Antillas generalmente no pueden ocultar su resentimiento, odio, aunque también añoranzas.
Entre los que ahora blasfeman contra su Patria está el cantautor Descemer Bueno, integrantes del grupo “Orichas” y “Gente de Zona”, precisamente sujetos que vivieron en la tierra cubana con todas las posibilidades para su desempeño profesional, la única limitante que pudieron haber encontrado para satisfacer todos sus anhelos sería el cerco yanqui el cual provoca sustanciales carencias. Ellos nunca fueron discriminados, maltratados ni perseguidos, todo lo contrario, tuvieron importantes espacios culturales, y sin embargo, por voluntad propia o quizás por manipulación política y sueños de grandeza, decidieron coexistir de las falacias contra su pueblo que se fabrican desde la Florida.
La hostilidad perenne contra la nación caribeña tiene record de vileza y mala fe, pero también se percibe en algunos de los que se embaucan en esa cruzada, desconocimiento total de la realidad cubana. Están además los comprometidos con prácticas y manuales de subversión, asonadas golpistas o financiamiento a grupúsculos violentos que operan por guiones pre-establecidos desde otros lugares.
Aquellos países que no comparten los lóbregos propósitos injerencistas y neoliberales de determinadas administraciones de turno, casi siempre son blanco de estrategias de desestabilización y propaganda negativa.
La historia demuestra cómo en todas las épocas hay quiénes actúan sin decoro alguno, los señores que luego de aprovechar todas las opciones de formación, educación y cultura recibidas en sus naciones de origen, traicionan a su pueblo en busca de prebendas, y lo que es peor, haciéndose eco de campañas mal intencionadas contra su propio país.
En un contexto de pandemia global como la COVID-19 y un recrudecimiento criminal del cerco económico contra Cuba (una de las naciones que más sacrificios hace por salvar vidas en el complejo escenario local y mundial actual), se han escenificado shows mediáticos organizados y pagados desde EE.UU. contra la Revolución, siempre con el propósito de perturbar la tranquilidad ciudadana que caracteriza este territorio y cual tiene reconocimiento internacional. A ese circo se sumó un pequeño grupo de artistas radicados en la nación, algunos seudo-artistas que denigran la Cultura y también mantienen estrecha relación con elementos delincuenciales y mercenarios que conviven con el negocio de la contrarrevolución en el sur de la Florida.
Como la COVID-19, muy letal y dañina, están los aprovechados y antipatriotas, única calificación posible para quienes apoyan el estrangulamiento económico y los crecientes obstáculos al desarrollo que impone el bloqueo norteamericano, y agudizó el ex presidente Donald Trump, con fanáticos y extremistas seguidores.
Resulta lamentable que en el Universo existan aún personas tan mal informadas y cuales nunca han pisado suelo cubano, (algunas con responsabilidades en Parlamentos y en determinados gobiernos de corte derechista o pro-imperial), que secunden disparates e ignominias como el asedio irracional por más de 60 años a la Mayor de las Antillas, más grave todavía en un contexto de epidemia que lacera vidas. Los que en otras latitudes se pliegan a esa barbarie de quebranto sistemático a los derechos humanos de un pueblo, perdieron la condición altruista concebida por los orígenes de la civilización.
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