No cabe dudas de que es una situación muy estresante la que hemos tenido que enfrentar por más de un año de pandemia provocada por la COVID-19. El sentimiento de frustración por no poder hacer lo que nos gusta, y tener que adoptar una forma de vida completamente diferente a la que estábamos acostumbrados, que incluye, sobre todo, el cumplimiento de medidas higiénico-sanitarias y una manera diferente de interactuar, es muy difícil de asumir después de tanto tiempo.

Pero si nos dejamos llevar, todo esto puede hacernos bajar la guardia ante una pandemia que aún no se ha terminado. El coronavirus sigue expandiéndose y provocando nuevos contagios y muertes cada día.

La intervención sanitaria avanza y todo indica que se cumplirá el objetivo de inmunizar a la mayoría de la población lo más pronto posible. Sin embargo, aunque han disminuido los casos en nuestra ciudad, la incidencia de la enfermedad aún es elevada, por lo que hay motivos para el optimismo, pero también para la precaución.

La fatiga pandémica nos azota y es un factor que puede hacernos retroceder casi al final de la meta. En cierto modo, dicho cansancio y la confianza en el proceso de intervención ha hecho que algunos bajen la guardia, aunque es válido reconocer que muchos han cumplido siempre con lo establecido.

Ya falta menos pero aún es necesario resistir un poco más y seguir protegiéndonos. Pronto podremos disfrutar los añorados reencuentros que nos permitirán celebrar juntos, abrazarnos, besarnos y conversar amena y libremente sin que medie la preocupación de que podamos enfermarnos. Mientras ese día llega, cuidemos nuestra salud física y mental. Hágalo por usted, por su familia, sus amigos, por todos.

Ver además:

Proteger a los menores de edad de la COVID-19: prioridad para la familia capitalina