El médico y científico cubano Carlos J. Finlay es símbolo de sacrificio y entrega infinita a la investigación científica. Por su aporte a la ciencia y salud humana alcanzó también, reconocimiento internacional.
Nació el 3 de diciembre de 1833 en Puerto Príncipe, Camagüey, entonces Capitanía General de Cuba durante la etapa colonial. Desarrolló parte de su fructífera vida entre los territorios de La Habana, Alquízar, y efectuó estudios profesionales entre Europa, Estados Unidos y la Isla.
Tempranamente Finlay se interesó por los métodos de experimentación científica que permitieran comprobar y demostrar sus descubrimientos.
Con su perseverancia y profundidad de estudios logró describir y encontrar el vector en la trasmisión de enfermedades por agentes biológicos, considerando entonces cómo la hembra fecundada del mosquito Aedes Aegypti trasmitía la fiebre amarilla. Fue el primero en demostrar que si un mosquito picaba a una persona enferma podría picar posteriormente a una persona sana e infectarla.
Pero a pesar de presentar su teoría en la V Conferencia Sanitaria Internacional efectuada en Washington el 18 de febrero de 1881, su proyecto no fue reconocido, siendo minimizado y tratado con desdén. Sin embargo, él insistió con pruebas su teoría sobre ese organismo trasmisor de la fiebre amarilla, y fue seguido por recomendaciones de control en la población del mosquito, posibilitando limitar la diseminación de la enfermedad que en ese momento continuaba expandiéndose.
De regreso en la Isla en junio de 1881, realizó experimentos con voluntarios y además de seguir confirmando su teoría, descubrió que el individuo picado una vez por un mosquito infectado quedaba también inmunizado contra futuros ataques de la enfermedad, potenciando el suero contra la fiebre amarilla. Y dos meses después presentó ante la Real Academia de Ciencias Físicas y Naturales de La Habana su trabajo de investigación sobre el tema.
La conquista sanitaria que representó su descubrimiento e hipótesis con las respectivas e inapelables pruebas fueron confirmadas y asimiladas por la Walter Reed Commission, en 1900.
Posteriormente es que alcanza crédito en fuentes bibliográficas de la época, como el descubridor del vector de la fiebre amarilla, legado que inicialmente trataron de silenciar o minimizar. Sin embargo, el doctor Walter Reed citó a Finlay en sus artículos y le reconoció en su correspondencia por la demostración de sus investigaciones.
El importante descubrimiento del científico cubano permitió reducir la prevalencia de la fiebre amarilla, no solo en la Isla, sino en otros territorios de la región, fue un logro indiscutible que permitió reducir el número de muertes por esa enfermedad que entonces se producía.
Por más de 20 años fueron ignoradas las teorías de Finlay, hasta que por imperiosas necesidades de la enfermedad en crecimiento fueron revisados y reconocidos sus trabajos de investigación y experimentos.
Por su iniciativa se fundó la Comisión Cubana de la Fiebre Amarilla, se aislaron los enfermos y en solo siete meses, desapareció el flagelo en la Isla. Con anterioridad otros médicos habían intentado lograrlo y entonces no pudieron.
El destacado investigador de Cuba, Carlos J. Finlay, falleció el 20 de agosto de 1915, pero su legado es imperecedero y está presente hoy en los miles de científicos de la Mayor de las Antillas que inspirados en su ejemplo y el de muchos otros investigadores que han hecho historia en la Patria de Martí y Fidel, muestran hoy significativos logros orientados al bienestar y salud de los cubanos.
Esto ha permitido erradicar decenas de enfermedades y potenciar tratamientos contra disímiles padecimientos. Una de las más grandes conquistas de nuestros talentosos científicos fue las vacunas creadas contra la Covid-19 en un muy complejo contexto económico-financiero y de brutal acoso del gobierno de EE.UU. con el criminal y recrudecido bloqueo.
Como dijese el máximo líder de la Revolución Fidel Castro: “El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia...”.
Ver además:
Suman 85 los proyectos incubados en el Parque Científico Tecnológico de La Habana
Legado??? Seguro??? Si se hiciera lo que indicaba Finlay no habría Dengue ni Oroupuche en Cuba.
Agradecido soy a las mujeres y hombres de Cuba que se dedican a la investigación científica vuestra perseverancia y competencia profesional demostrada en el tiempo, que es una esperanza cierta atendiendo al enfoque en los métodos de investigaciones, que son de referencia internacional. Gracias a todos ustedes. Exitos y bienestar. Viva la ciencia cubana ! Un saludo cordial
Carlos Juan Finlay hizo mas de lo que comentan. Fué el primero en describir la teoría mexanténica, que dice que entre la persona y el agente patógeno puede existir un ente que la transmite pero no la padece, que posteriormente se denominaría vector. Por eso, por haber creado una nueva idea científica "básica" fue objeto de burlas, pese a que lo demostró fehacientemente con la fiebre amarilla. Favor leer https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Juan_Finlay donde se dice claramente que: Descubrió y describió la importancia del vector biológico a través de la teoría metaxénica de la transmisión de enfermedades por agentes biológicos, aplicándola a la fiebre amarilla...