Con el compromiso de continuar defendiendo y promoviendo la investigación y vincularla al desarrollo del país, la Academia de Ciencias de Cuba (ACC) celebró el Día de la Ciencia Cubana, dedicado también al aniversario 500 de la fundación de La Habana.

En ceremonia en el Paraninfo de la ACC, en La Habana Vieja, tras recordar las palabras antológicas y predictivas del Comandante Fidel Castro acerca del futuro de Cuba como de hombres de ciencia y de pensamiento, el presidente de la academia, Luis Velázquez, recordó a su vez la estrategia trazada: para que eso fuera posible, habría que tener legiones cubanos y cubanas dedicados a esta actividad.

De acuerdo con Velázquez, la ACC ha ido avanzando en una serie de aspectos relacionados con su responsabilidad, comenzando con la elaboración del nuevo ejercicio académico 2018-2024, donde se priorizó la incorporación de un grupo mayor de jóvenes a la academia y la firma de un convenio con las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ), como expresión de la contribución de la organización a la formación de las nuevas generaciones. 

Foto: Raquel Sierra

“Son los jóvenes la continuidad de esta obra y de la ciencia. Tenemos que transmitir esa experiencia y lograr que los jóvenes sean mejores que nosotros y sean capaces de superarnos, porque eso precisamente propiciará que el país se desarrolle”, destacó Velázquez.

El presidente de la ACC detalló aspectos específicos vinculados con la ciencia,  su relación con la empresa, la importancia de la contribución científica para incrementar el Producto Interno Bruto y la calidad de vida, incluidos en la nueva Constitución, que será llevada a referendo el próximo 24 de febrero.

Entre las acciones desarrolladas por la academia para acercarse a los temas de actualidad, dijo, se encuentran las jornadas de puertas abiertas, a los que han asistido más de mil 500 personas, que han tenido la posibilidad de intercambiar con académicos. Otro paso es la apertura de filiales en las provincias, la primera de ellas en la central Villa Clara.

Igualmente, se refirió al papel de la academia en la implementación de las nuevas políticas, por lo que la ACC decidió denominar este año como el de la ciencia “porque tenemos la responsabilidad desde nuestra función asesora, de contribuir al despegue de todas aquellas actividades que son necesarias, ya y para ello estamos trabajando, como parte de actividades que organiza la academia en saludo al aniversario 500 de La Habana y al Comandante del Jefe”.

También, se crean y fortalecen grupos para el trabajo integral sobre el envejecimiento demográfico, con implicaciones en la atención médico sanitario, ciencias sociales, importancia de la familia, enfermedades discapacitantes, así como asuntos económicos, entre otros.

Panel de lujo

La celebración tuvo como plato fuerte la ciencia y un panel de lujo integrado por tres destacadas estudiosas cubanas: María del Carmen Barcia Zequeira, Mercedes Valero y María Teresa Cornides. 

Foto: Raquel Sierra

Sobre comadres, comadronas o parteras: un servicio público en los espacios privados de la Cuba Colonial, disertó la doctora María del Carmen Barcia Zequeira, Académica de Mérito y de Número de la Academia de Ciencias de Cuba.

Barcia hizo un recorrido desde finales del siglo XV cuando los Reyes Católicos instauraron el Real Tribunal del Protomedicatom, que debía ocuparse de la locura, el aborto, el infanticidio, y también de juzgar a los culpables de cometer “delitos, excesos y transgresiones médicas”, con el propósito de solucionar algunos problemas sociales que habían alcanzado gran relevancia en la Península,  hasta la fundación, el 23 de agosto de 1899,  de la Escuela de Enfermeras de Cuba en el Hospital Nuestra Señora de Las Mercedes bajo la dirección del Dr. Emiliano Núñez de Villavicencio y Álvarez, donde todas las matriculadas debían ser blancas.

Su objeto de análisis fueron las parteras: quiénes y cuántas se dedicaron a esta profesión, cuál era su preparación, cómo ejercían y fueron desplazadas por los cirujanos cuando por la Real Cédula del 21 de julio de 1750, debían revalidar sus conocimientos y también titularse ante el Tribunal del Real protomedicato, entre otros elementos.

La estudiosa Valero se refirió a La Farmacia en la Habana del siglo XIX, cuando la mayoría de la población no tenía acceso a la farmacia oficial y se medicaba con las fórmulas de la farmacia popular y doméstica, que utilizaba géneros medicinales, sobre todo plantas, así como su desarrollo ulterior: si en 1833 en la capital se encontraban 59 de las 123 farmacias del país, ya en 1837 sumaban 77, de 183 en toda Cuba.

De acuerdo con la investigadora, en la primera mitad del siglo XIX, aparecen en la Habana nuevos establecimientos, algunas muy renombradas como Taquechel, Sarrá, La reunión y Johnson; y crecen los anuncios en revistas y periódicos, sobre todo los procedentes de firmas francesas.

Acerca de los primeros científicos de La Habana disertó Cornides, quien puso como ejemplo a Don Marcos Antonio Gamboa Riaño y Vargas Machuca (1673-1729), sabio cubano fundador de la Astronomía en el país;  Don  Nicolás  Calvo y O’Farrill (1758-1800), Don Nicolás de Cárdenas y del Manzano (1793-1841).

También recordó detalles de la fundación de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, la primera en el continente americano, impulsada por el doctor Nicolás José Gutiérrez y Hernández (1800–1890) y su primer presidente.