"La forma en que llegó a nuestras manos este Diario no puede ser por ahora divulgada".
Fidel
"Operación Gaveta” …
Para entonces, había que quedarse callado. Estaba en peligro la vida de muchos y el riesgo de atascar una operación que, de resultar provechosa, desmentiría las tergiversaciones alrededor del hecho. Después de muchos años de anonimato, fue momento de romper el silencio y abrir las “gavetas”.
En 1968, un grupo de hombres hizo lo imposible: transgredió la seguridad "inquebrantable" de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y develó los acontecimientos guerrilleros del Che Guevara durante sus últimos días en Bolivia.
El general Barrientos, quien invirtió muchas energías y recursos en la persecución y asesinato del Che, se había quedado con el Diario después del crimen, como trofeo de guerra. Encarga a Antonio Arguedas Mendieta, su ministro del Interior, y a quien ya nos referimos por su papel en el traslado de las manos del Che, sacar una fotocopia del Diario.

Arguedas a su vez transmite a Ricardo Aneyba la orden dada por Barrientos: "El presidente quiere que saques UNA fotocopia del diario con su negativo” … a la vez que le indicaba que hiciera dos con sus dedos, a lo que el agente CIA responde con el pulgar hacia arriba en señal de entendimiento y aprobación. Él sería el responsable de fotografiar las páginas del diario del Che.
Ricardo Aneyba, agente CIA a quien le fue orientado crear un centro de información donde documentaba las llamadas telefónicas, los correos y cada paso de las personas, sobre todo los asociados con la izquierda. Tuvo en sus manos y facilitó tres gavetas de documentos en las que estaba la nómina de los agentes infiltrados en medios de prensa, partidos políticos y otras organizaciones, la contabilidad de los registros de pagos y montón de grabaciones.

En su función de exjefe del departamento técnico de la CIA en Bolivia, fue uno de los protagonistas de esta historia. Su papel y su rostro se hicieron público por primera vez en octubre de 2017, en el acto por el 50 aniversario del asesinato del Che, celebrado en Valle Grande, Bolivia. Tenía 84 años.
Por su parte, y como ya hemos indicado en la historia anterior, Antonio Arguedas fue fundador del Partido Comunista boliviano, pero era un agente de la CIA desde 1964. Ahora, desde su posición de ministro del Interior, había dado luz verde para iniciar aquel operativo que traería el Diario a Cuba. En este, como para el del traslado de las manos, participaron muchas personas. Orienta que se haga llegar el Diario a las manos del periodista boliviano Víctor Zannier, hombre encargado de entregarlo después, junto con la mascarilla del Che y años mas tarde, el mismo que traería sus manos amputadas.

Para esta ocasión, estaría encargado de salir del país con las piezas fílmicas del diarío del guerrilero camufladas en la cobertura de un disco de música folklórica boliviana. Chile fue su primera parada. Allí confió el documento a los periodistas chilenos Hernán Uribe, Manuel Cabieses, y al diplomático nuestro Luis Fernández Oña, quien confirmó la autenticidad del Diario al reconocer la caligrafía del Che. Luego se introdujo en el interior de otro disco de música tradicional chilena y entregado a Mario Díaz, encargado de cruzar las fronteras y traerlo a La Habana, a las propias manos de Fidel.

La noticia de que el Diario se había filtrado revolvió las simientes del tercer piso del Ministerio Boliviano, controlado a plenitud por la CIA, e hizo a Arguedas abandonar el país hacia Chile primero y luego a Inglaterra. Cuando decide regresar a su país es víctima de un atentado y vuelve al exilio, esta vez a Mexico. Aún hoy es un misterio el “accidente” confuso que le causó la muerte.
Otro misterio sin descifrar es el nombre de Aneyba en el Diario, escrito con el puño y la letra del propio Guevara en el borde de una de sus páginas. Aneyba siempre afirmó que nunca conoció al Che. Sin embargo, en el primer libro encontrado estaba escrito su nombre.
¿El por qué? Hasta hoy es una incógnita, incluso para el mismo Aneyba. Pero sin dudas resultó en un "presagio divino” del Che, ya que Aneyba sería uno de los protagonistas de mostrar su verdad al mundo.
Una vez en Cuba el Diario, Fidel se lo entrega a Manuel Piñeiro Losada (Barbaroja), con la orden de ocuparse de su transcripción cuanto antes, había que ganarle tiempo al enemigo. Así que con este propósito se lo lleva a su oficina a donde son asignadas, además, dos taquígrafas más para apoyar y agilizar la tarea. Pero hubo un pequeño "inconveniente” que dificultaba el proceso, la letra del Che, letra de médico al fin, prácticamente ilegible, y en aquello no podía haber ni un error. Piñeiro se lo hace saber a Fidel y el jefe toma la decisión de mandar a buscar a la compañera del Che, Aleida March, para que colaborara. ¿Quién mejor que ella para conocer o descifrar su letra?
Aleida se encontraba en Trinidad y se le pidió que regresara, que se necesitaba de su ayuda, pero sin decirle de qué se trataba. Piñeiro en persona con su chofer la recogen y la lleva directamente a su oficina. Cuando Aleida entra, se encuentra con todos aquellos manuscritos medianamente ordenados en el piso de la oficina. Es cuando se entera de lo que tenía delante y de para qué se precisaba su ayuda. Se sienta en el piso, se toma unos minutos para procesar lo que estaba por venir mientras ojea algunas páginas, y comienza a leer en voz alta a modo de dictado para las compañeras taquígrafas.
Sería esa, la primera y única vez que Aleida March haya tenido el valor de leer, los que fueron los últimos días de su compañero de vida.
Como es sabido, al Diario le faltaban 13 páginas que habían sido sacadas por el gobierno boliviano, precisamente, como medida cautelar por si era filtrado el documento. Al notar la ausencia, el Comandante en jefe siempre previsor diría: "faltan por el momento” … incluso en la introducción Fidel lo señala cuando dice: "(…) no han llegado aún (…)”. Pero él sabía que iban a llegar.
Así que no conforme con ese hecho. En 1983 y aprovechando que se habían reanudado las relaciones con Bolivia a principios de los 80, se envía a varios compañeros a "recuperar” o tratar de reconstruir a partir de lo que ya se tenía, aquellas páginas arrancadas. Se recorrieron muchos sitios, se entrevistó personas que guardaban secretos de más de 30 años, incluso militares. Fue una dura tarea que llevó muchísimos esfuerzos e investigación.
En 1987 y después de cuatro largos años, se logra cumplir la misión. Es gracias a eso que, en octubre de ese año, para su vigésimo aniversario, se puede publicar una edición ilustrada del Diario, con muchas de esas fotos que hoy conocemos, imágenes, mapas, fotos de la zona y sobre todo, permite ver por primera vez a los integrantes de su guerrilla.
En esas páginas arrancadas estaban los que, a decir del propio Che, pertenecían a la vanguardia, a la retaguardia, y hasta los que habían quedado fuera porque habían entrado, pero no eran confiables y había que tenerlos aparte. Aquella tarea hizo posible el reconocer y ponerles nombre a los que se conocían solo por su seudónimo. Incluso, había algunos bolivianos que hubo que hacerles las fotos en el Departamento Central de Criminalística.
Fue sin dudas, un justo final para una misión que había iniciado en 1968. De esta forma, no solo se honraba la memoria del hombre de proporciones épicas que es Ernesto Che Guevara, sino la de todos los que lo acompañaron entre 1965 y 1967, en lo que fueron sus últimos días como luchador internacionalista.
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
Che Comandante… Amigo.
(Tomado del Facebook de Ale JC Boyeros Comunicación)
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