En sus 59 años de servicio la heladería Coppelia resulta una especie de termómetro de referencia cuando
el impacto de las oleadas de calor empuja a decenas de personas a sus canchas para disfrutar de un servicio
mucho más económico y una opción –para la mayoría de sus visitantes- frente a los precios impuestos por heladerías privadas.

Por supuesto, el referente de su nombre y la relación con un helado de alta calidad le mantienen entre las
prioridades de la agenda ciudadana habanera (incluidos visitantes) en cualquier época del año; mientras las críticas y las alabanzas le convierten en un lugar que forma parte de la historia de los habaneros desde aquel 4 de junio de 1966, cuando resultó inaugurada la obra pública encomendada por Fidel y Celia Sánchez, al arquitecto Mario Girona, quien realizó el boceto el proyecto en pocas semanas y tuvo la colaboración de sus colegas Rita Maria Grau y Candelario Ajuria.

Precisamente su proximidad a la Universidad de Habana y otras facultades de la enseñanza superior llevaron
a un acuerdo con la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) cuyos miembros tienen un día específico para
realizar una peña literaria que ha tenido una excelente acogida.

Visitar Coppelia es casi una tradición entre generaciones de cubanos y los testimonios de miles de personas
sostienen la importancia de mantener este servicio de atracción turística; conscientes de que el monitoreo
constante de la calidad y variedad de la oferta, coloca en un desafío permanente a sus trabajadores, entre los cuales es perceptible el esfuerzo para garantizar el servicio en esta catedral que no ha cerrado sus puertas y se apresta a buscar nuevas opciones en el año del centenario del Comandante en Jefe Fidel.

Foto: RSM

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