En sus 59 años de servicio la heladería Coppelia resulta una especie de termómetro de referencia cuando
el impacto de las oleadas de calor empuja a decenas de personas a sus canchas para disfrutar de un servicio
mucho más económico y una opción –para la mayoría de sus visitantes- frente a los precios impuestos por heladerías privadas.
Por supuesto, el referente de su nombre y la relación con un helado de alta calidad le mantienen entre las
prioridades de la agenda ciudadana habanera (incluidos visitantes) en cualquier época del año; mientras las críticas y las alabanzas le convierten en un lugar que forma parte de la historia de los habaneros desde aquel 4 de junio de 1966, cuando resultó inaugurada la obra pública encomendada por Fidel y Celia Sánchez, al arquitecto Mario Girona, quien realizó el boceto el proyecto en pocas semanas y tuvo la colaboración de sus colegas Rita Maria Grau y Candelario Ajuria.
Precisamente su proximidad a la Universidad de Habana y otras facultades de la enseñanza superior llevaron
a un acuerdo con la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) cuyos miembros tienen un día específico para
realizar una peña literaria que ha tenido una excelente acogida.
Visitar Coppelia es casi una tradición entre generaciones de cubanos y los testimonios de miles de personas
sostienen la importancia de mantener este servicio de atracción turística; conscientes de que el monitoreo
constante de la calidad y variedad de la oferta, coloca en un desafío permanente a sus trabajadores, entre los cuales es perceptible el esfuerzo para garantizar el servicio en esta catedral que no ha cerrado sus puertas y se apresta a buscar nuevas opciones en el año del centenario del Comandante en Jefe Fidel.

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No hay palabras para catalogar este lugar, es una verguenza por el robo que hay de tinas de helado a la vista de todos.
Su artículo es interesante en cuanto a información, pero no es realmente crítico con la calidad del helado semi derretido o falta de dureza y el la tarde ni las galleticas le ponen a las distintas especialidades y el servicio es otro aspecto que deja mucho que desear.
Respondiéndole a la señora que hizo el comentario despectivo en cuanto a dicha institución en los años 90.Le abundo que tengo 54 años por cumplir y en los 90 ,teniendo en cuenta que como pobre que fuí y muy pocas veces ,que ni recuerdo,pude disfrutar antes de la excelencia y abundancia en sabores del helado que se expedia allí.Le puedo asegurar que para como estaba la situación entonces,todo en la misma era de excelencia igual.Pués como estudiante universitaria que fuí en los 90 ,no tengo quejas ninguna al respecto.Pués fué nuestro salvavidas en todos los sentidos.Digase de esparcimiento, relajación,de mitigación de los deseos y del hambre.Además si usted alguna vez vió el filme cubano ,Fresa y Chocolate, podrá haberse dado cuenta que a pesar de todo aún funciona bien y eramo felices y muy unidos.Lo que contrasta mucho con lo que nos sucede actualmente.En que el irrespeto al pueblo es grave, representado como ejemplo en este artículo por dicho coopelia.Donde se violan todas las normas establecidas y el vandalismo es tremendo.Por lo tanto nuestra tarea como pueblo es buscarle solución al problema.En mi caso propongo que como el futuro del país se está encaminando hacia las IAS,nuestros estudiantes e ingenieros informáticos le pongan cartas al asunto,creando quizás un robot que sea el que dispense las bolas de helados y el resto de sus aditivos,proceso en el que no medie de ninguna forma el hombre.Entónces que sea el humano el que lo entregue al cliente en las mesas.No obstante aunque se le busquen soluciones al asunto y el cubano siempre busque la forma para delinquir,pienso que hay que actuar.Porque la solución no debe ser eliminar la institución,ni pasarla a la explotación de cuentapropistas o mipymes como es la moda actual de capitalización parcial al parecer del país.Ni tampoco como en japón y otros países,de perderse la socialización positiva y única de todos los factores que confluyen en dicho lugar.