Fue un adelanto de lo que ahora mismo ya acontece en la Plaza de la Revolución José Martí. En un gesto de patriotismo prematuro, los estudiantes de la escuela primaria 28 de enero, del reparto Aldabó, en Boyeros, ayer tomaron las calles de la barriada, en lo que fue una celebración adelantada, imberbe y pueril de la fiesta mundial del proletariado.

Salieron agrupados por aulas. Cada grupo tomo una dirección diferente, y había que ver la algarabía tremenda cuando se daban cruce, en alguna de las tantas calles que tiene el reparto.

No son trabajadores, eso es muy obvio. Son sus descendientes, quienes, en acto de legítima defensa –digamos que para probar una vez más aquello de que “hijo de gato caza ratón-, reafirmaron que esta es una revolución de continuidad, no de rupturas; sí, tal vez sin tener conciencia de ello, pero, sin dudas, en acto de aprendizaje, fruto del derecho que mientras sean menores, le asiste a sus padres.

Foto: Elías Argudín

Bajo la mirada escrutadora de maestros, sus auxiliares, algunas mamás y algunos papás; pero sobre todo, abuelitas, alborotaron el barrio con su entusiasmo, y muchos salieron a los balcones, a saludarles con la cámara de los celulares en ristre, para dejar constancia de un gesto que por común, no deja de ser de mucha transcendencia para la comunidad e inolvidable.

Fue la cara de una misma moneda que, hoy se ha dado vuelta, para devolverlos a un desfile de proporciones mayúsculas, con el mismo propósito de tomar lugar en una jornada que reverencia al proletariado a nivel mundial, y los ha llevado al escenario más relevante, en lo que se refiere a conmemoraciones patrióticas, dentro del acontecer nacional, después del enero victorioso, de 1959: La histórica Plaza de la Revolución José Martí, de la capital cubana.   

Ayer era en el centro, hoy les toca acompañar a sus padres y abuelos; pero aunque diminutos y en minoría, habrán de disputarles el protagonismo a los mayores, no solo porque han aprendido unos, y otros van aprendiendo; también porque a lo que los fiñes cubanos se suman a gusto, le dejan una marca imborrable. ¡Cómo la del plátano y el mamoncillo!

Foto: Elías Argudín

Ver además:

Desfile por el Día internacional de los trabajadores ratifica unidad del pueblo cubano en defensa de la Revolución