Celebrando el día del Amor y la Amistad recordamos una de las historias de amor más bellas de su tiempo que ha trascendido tanto a países como épocas.

El matrimonio de Pedro Baró y Catalina Lasa encierra una de las historias de amor más apasionantes de Cuba, el primer divorcio y una de las casas más lindas de nuestra Isla, que se deben a una pasión escandalosa entre ambos; una historia como la de Romeo y Julieta, dónde la tragedia rondaría este amor.

Les hablaremos entonces de esta hermosa residencia, hoy Casa de la Amistad, ubicada en Paseo entre 17 y 19, Vedado, cuyo origen encierra una historia de amor, tan polémica en su momento, como trascendental.

La famosa mansión se abrió en 1926, y la ceremonia social fue comentada sin recato. Acudió el Presidente, y nadie quedó sin pronunciar elogios ante lo fastuoso de aquella edificación, aunque muy poco la disfrutarían sus propietarios.

Fue construida por el acaudalado hacendado, luego que su matrimonio fuese aceptado por la sociedad de la época. El mismo no escatimó recursos en la materialización de esta mansión, luciendo una amplia gama de mármoles italianos, maderas preciosas y trabajos de herrería finamente elaborados, junto a disímiles piezas de mobiliario y otros elementos diseñados exclusivamente para la obra arquitectónica, fueron traídos además materiales como arena del Nilo, mármol de Carrara, vitrales emplomados, cristal Lalique, todo lo que una reina hubiese podido desear.

Contando con una Arquitectura de Evelio Govantes y Félix Cabarrocas, Paisajismo: Jean-Claude Nicolas Forestier, Vitrales a cargo de Gaetan Leannin de la casa A. Billancourt de París, Muebles: Pedro Luis Estévez Lasa (hijo del primer matrimonio de Catalina Lasa) y Cristalería: René Lalique, todo un ejército de famosos profesionales.

Aunque en este palacete predomina el estilo ecléctico de influencias neoclásicas, está considerado el primer ejemplo cubano donde se introdujo el estilo Art Déco, resaltando en el comedor, la terraza contigua Palm Room y en el salón Portal del Sol.

Una belleza de la época, según la describe, como al paso, Dulce María Loynaz en su libro Fe de vida. Catalina Lasa ganó concursos, justamente, por su hermosura, e inspiró la creación de una rosa, que, con su nombre, gozó de fama.

Además fue ganadora de concursos de belleza en 1902 y 1904, esbelta y de grandes ojos azules protagonizó un episodio de amor con Juan que estremeció a toda la sociedad habanera, ella era casada pero no amaba a su esposo Luis Estévez Abreu a quien le pidio el divorcio pero este mal herido en su orgullo, mandó abrir un expediente judicial a Catalina y esta, enamorada de Juan para toda la vida, huyeron a Francia para consumar su relación y vivir felizmente unidos. Regresaron cuando fue promulgada la Ley de Divorcio en Cuba, aprobada por García Menocal en 1917.

Dicha casa su dueño la mandó pintar de rosa, el color preferido de Catalina además sembró en los jardines una rosa única, nacida de un injerto hecho por floricultores habaneros del jardín El Fénix y bautizada con el nombre de Catalina, y así ha llegado a nosotros, una construcción que marcaría el punto de giro de la arquitectura moderna cubana.

Al develarse tan hermosa obra, el frente fue cubierto de tulipanes. Además a la inauguración invitaron a toda la sociedad que le había dado la espalda años atrás, los que le regalaron cuadros de pintores famosos del momento.

El interior de mármoles blanquísimos, como bóveda cristal francés que conforma un encaje de rosas. En la entrada, sobre puertas de granito negro, dos ángeles a relieve de rodillas, suplicando por el alma de los enamorados.

Hoy es sede de la Casa de la Amistad, perteneciente al Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), donde se puede apreciar alguna exposición de arte o simplemente disfrutar de tan hermoso entorno de exquisito arte y amor.

Foto: Grupo de Fotos de La Habana
Foto: Grupo de Fotos de La Habana
Foto: Grupo de Fotos de La Habana
Foto: Grupo de Fotos de La Habana
Foto: Grupo de Fotos de La Habana

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Hermosa Casa Quinta