Hoy estaremos hablando de un español por nacimiento y habanero por adopción. Sí, nos referimos a José María López Lledín, nacido en la provincia de Lugo, España en 1899.
Llega a Cuba en 1930, como parte de esa gran oleada de migrantes que recibió nuestra capital.
Siendo casi un niño, comienza a trabajar en lo que encontraba, y es así que labora en varios restaurantes. Esto le da oportunidad de conocer muchos de los hoteles de moda en la época como el Sevilla, Telégrafo o el Manhatan.
Trabajando en una casa de sirviente fue acusado injustamente de un robo, lo cual lo lleva a prisión por 10 largos años, y es ahí donde sus fantasías y pensamientos, unidos a los maltratos y la soledad de la celda, logran atormentarlo hasta hacerle perder la razón.

Una vez en libertad, se dedica a vagar durante años por calles habaneras como San Lázaro, Infanta, Prado, 23 y 12, Avenida del Puerto, Plaza de Armas, Parque Central. En esta etapa supo ganarse la admiración y respeto de habaneros y visitantes, por lo cual fue inspiración de poetas, escritores y hasta pintores y escultores.
Siempre con su andar pausado, regalando una flor, un saludo o una reverencia a todo el que se cruzaba a su paso. No pedía nada; ataviado con una levita vieja y un manojo de periódicos o documentos, se ganó así el honor de ser un personaje emblemático de la capital.

Sus últimos años los pasó internado en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, el cual refería como un Paraíso. Nuestro Historiador de La Habana se encargó que su última morada fuera el Convento de San Francisco de Asís, donde también podemos admirar la escultura de José Villa Soberón, de la cual es frotada su barba, manos o mejillas por todos los caminantes que se acercan a contemplarlo, hacerse una foto, rendirle tributo y hasta pedir suerte a este peregrino e ilustre habanero: El Caballero de París.




Ver además:

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Honorable recuerdo al emblemático "Caballero de Paris", la Historia de la Capital no puede dejar de tenerlo como el Señor de las mil Acciones. Modestia, honestidad y siempre pensativo.
Hubiera querido conocer a tan distinguido personaje. Descrito fielmente en el tema cantado por Barbarito Diez