Un buque llega a los muelles de la EMPRESA Caribbean Drydock Company (CDC) de Casablanca. No tenía pensado hacer estancia, pero una hendidura en el casco de estribor impide su regreso a mar abierto. Es un día como otro cualquiera. Como siempre, el trabajo en el taller de acero Crujía #1 no se detiene.
Azpiri, que apenas supera los 25 años de edad, tiene ahora frente a él una nueva pieza de rompecabezas. Otra más que debe cortar, esta vez para un barco de cientos de toneladas.
Alexander Azpiri González, según su identificación, o solo Azpiri, como le llaman todos, es de los pocos jóvenes que laboran en CDC. Como él mismo dice, muchos vienen entusiasmados y, en poco tiempo, se van. Temas económicos, lugares que le acomodan más en horarios... Él no se va. Está en su puesto de trabajo desde febrero de 2017. Cuando entró a CDC tenía 18 años.
Azpiri opera como Instalador-Montador Naval categoría B, un rol que ha asumido con gran disposición. Tras entrenarse en la escuela técnica Amistad Cuba-Unión Soviética, se graduó de constructor de estructuras metálicas como 3ro del escalafón. CDC lo solicitó, entró a trabajar y, en poco más de 1 año, comenzó a operar con la máquina de corte por plasma.

Su tarea consiste en manejar la máquina de corte de piezas de barco. No importa cual sea el tamaño, ni la función. La mayoría de asignaciones son para arreglos de sistema de casco del barco, chapas de los laterales y mamparos (tabiques de planchas de hierro con que se divide en compartimientos el interior de una embarcación).
Azpiri lidera el corazón de este astillero. Como institución reparadora de embarcaciones, la sala de la máquina de corte de piezas de hierro, su lugar de trabajo, deviene punto central del engranaje de las reparaciones de barcos en CDC.
Este joven lleva más de 6 años laborando con la máquina de corte y ha tenido la oportunidad de enseñar a otras personas acerca de su funcionamiento. No ha sido tarea fácil traspasar los conocimientos del rompecabezas naval, asegura, pero ha podido con el reto.
Sus amigos ya no lo ven con frecuencia; el horario de entrada a CDC y la dificultad para tomar el transporte público urbano en La Habana lo obligan a salir de casa bien temprano, y regresar pasadas las 6 pm. Aún así, sus más cercanos se alegran por que Alexander pertenezca a CDC. No pocos amigos han visitado y trabajado en el Dique a raíz de su experiencia laboral. “Esta empresa es una escuela”, afirma Azpiri.
Actualmente, el joven tiene la meta de superarse técnica y profesionalmente, para alcanzar la evaluación A de Instalador-Montador Naval. Este desafío lo obligará a bajar al Dique Seco y adentrarse en uno de los barcos de turno para tomar las medidas de la pieza defectuosa, hacer el diseño en el taller de elaboración, cortar las partes, biselar los bordes y montar la chapa en la embarcación, todo con la mayor efectividad posible.
Aunque su superación técnica lo haya colocado un par de veces en la cubierta de un buque, le gustaría también llegar a navegar un día.




(Tomado del perfil en Facebook de Eduardo Rodríguez Dávila, ministro de Transporte)
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Ale Aspiri, que orgullo ver tú reportaje, te vas formando como todo un trabajador veterano, ejemplo de valentía, madurez y constancia, para tú generación y para nosotros, los más experimentados; me cabe el orgullo personal de haber compartido contigo, y contribuido aunque sea accidentalmente, de forma muy modesta, durante tu práctica de producción, en tú formación, Te Felicito, un abrazo de quien se puede considerar un padre.
Ya había comentado, muy impresionado, sobre tu reportaje, me siento muy orgulloso, y siento también envidia, pero estoy muy contento de verdad, porque siento que tuve que ver en tú formación cuando eras aún más joven, durante tus prácticas de producción en "Cubana de Acero", FELICIDADES, un abrazo de hermano mayor.