A partir de 1819, con la apertura del comercio en el puerto de La Habana se amplían las posibilidades de empleo de los elementos ferrosos en la Isla. Aparecen los primeros trapiches y se comienza a procesar el azúcar.

Aparejado a esto surge el ferrocarril, siendo Cuba pionera en utilizar este medio de transporte y carga. Esto trajo un adelanto en la industria y dio notable impulso al uso del hierro que llegaba a la Isla ya elaborado en estructuras para disímiles usos como cadenas, aldabas, clavos, lámparas e incluso herrajes para ruedas de carruajes, siendo esto muy utilizado en la época, debido a que era el medio de transporte existente.

Foto: Grupo de Fotos de La Habana/facebook

También tuvo gran utilidad como elemento decorativo en rejas para balcones. En esa época se comenzaba a poblar la ciudad en su extensión hacia exteriores, se construían los grandes palacetes de la calzada del Cerro. Además, fueron utilizados para adornar iglesias y templos funerarios.

En un principio fue la ganadería quien solicitaba un personal especializado que dominara las labores con el mineral, para suplir las necesidades de cadenas, grilletes, carimbos, herraduras, clavos, todo el sistema de arreo y freno de los caballos, etcétera. Durante los más de dos siglos de colonización en Cuba, fue después de 1880 que se comienzan a explotar las minas existentes en el territorio.

A la par de esto, con la extensión de la población hacia nuevos caminos y la construcción de viviendas más confortables, el hierro toma protagonismo en la arquitectura doméstica habanera, debido a la escasez de madera y a la necesidad de mayor seguridad para las viviendas.

Foto: Grupo de Fotos de La Habana/facebook
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Se importa del extranjero ya forjado y el trabajo del herrero se circunscribe casi a empalmar y amoldar para construir rejas, ganchos, herraduras y toda clase de armas, útiles y herramientas. En estas labores encontraban trabajo fundamentalmente los hombres de raza negra, los que se convertían en mano de obra especializada; los herreros también encontraban empleo en el ejército.

Así fueron surgiendo los disímiles y tan demandados oficios y otros servicios que se prestaban en La Habana y se anunciaban en directorios y almanaques de la época.

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La Habana amurallada