Siempre cautivadora y misteriosa, ella atrapa a cuántos la conocen. Sin que las personas se den cuenta, va entrando en sus almas, hasta hacerse un lugar en medio de su pecho.

Tiene miles de historias que mostrar, amores secretos, ocultos en los más inverosímiles espacios de su geografía, besos robados, sueños rotos y cumplidos, tantos mitos tejidos en torno a ella, y un pacto permanente con el mar, que la vuelven sencillamente irresistible. Mezcla de diversas culturas, La Habana Vieja deja transpirar esa fusión existente entre lo español y lo morisco, lo chino y lo africano, el refinamiento francés, y un sinfín de otras nacionalidades que le han dado ese halo misterioso que la caracteriza.

El 14 de diciembre de 1982, La Habana Vieja fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, justo reconocimiento a un espacio que muestra en las fachadas de sus construcciones, la historia de un puerto codiciado por piratas y corsarios, dónde se entrelazan diferentes estilos arquitectónicos, y cuyos habitantes tienen costumbres tan disímiles, y al mismo tiempo similares, que le hacen única. Y es que una La Habana Vieja es mucho más que la.suma de elementos tan disímiles y aparentemente inconexos, como sus edificios, sus habitantes, sus tradiciones, sus historias, en ella es evidente el vínculo respetuoso y armonioso de todos esos elementos, con los cuales atrapa a quienes llegan a conocerla.

Hacer que ella no pierda ese halo misterioso que le envuelve, es tarea, tanto de quienes habitamos en ella, como de aquellos que, por una razón u otra, le visitamos, de forma que ese espacio, eternamente ligado al mar, que tiene bien ganado el galardón de Patrimonio Cultural de la Humanidad, siga, por los siglos de los siglos, siendo una ciudad de embrujos, pasiones y leyendas, resonando en el adoquín de sus calles y en las paredes de sus coloniales construcciones.

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