No vuelve a ser la misma persona quien visita el Centro Cultura entre las manos, ubicado en el casco histórico habanero. Ese antes y después lo provoca el “cruzar” ese puente para sostener la comunicación que ha permitido a los niños de escuelas especiales relacionadas con discapacidades auditivas y otros que no presentan esa dificultad.

La invitación a Tribuna de La Habana, decía: “El 10 de abril, a las diez de la mañana, inauguramos una exposición como resultado del primer ciclo de los talleres de arte, cerámica, pintura, creación de personajes y arte textil. Y luego una interrogante: ¿Pueden venir?

Foto: Raúl San Miguel

Por supuesto que acudimos a este encuentro en el cual participaron alumnos de las escuelas primarias René Milches Rojas, Camilo Cienfuegos, Simón Rodríguez y José Martí, todas de La Habana Vieja, para celebrar un día crucial porque habían aprendido a realizar manualidades en un intercambio no competitivo al intercambiar y comunicarse a través del lenguaje de señas y compartir la interculturalidad como una expresión necesaria y directa en función del desarrollo.

Desconociendo el código de comunicación por señas, le escribí en una hoja a una niña con el objetivo de entrevistarla. ¿Qué aprendiste? Respondió que podía escucharme, perfectamente. Que estaba allí porque una amiga de la escuela le habló de los talleres de intercambio con niños hipoacúsicos.

Elizabeth Vanesa Capote. Foto: Raúl San Miguel

“Quiero participar. Por eso estoy aquí, en mi primera vez”, aseguró Elizabeth Vanesa Capote. Pero desde este día Elizabeth sabe que en un lugar importante de la ciudad, se observa cada pieza elaborada por otros niños como expresión de su discurso de aprendizaje y comunicación a través del arte, en esta institución ubicada en la calle Narciso López número 414, entre Enna y San Pedro, en La Habana Vieja.

Los observamos caminar con las manos detrás para no dañar ninguna pieza y desarrollar la observación y la intuición con el objetivo de estimular sus potencialidades en estos talleres que ya tiene, en la convocatoria, el mes mayo.

Foto: Raúl San Miguel

Lo especial de este día radicaba en que culminaba un período de tres meses donde niños que presentan hipoacusia y otros de audición normal establecieron ese puente de comunicación que solo encuentra solidez en el respeto a la diversidad y la amistad como un valor imprescindible a quienes se educan, desde las edades tempranas, en una sociedad inclusiva en la cual pueden comenzar a discernir qué hacer en el futuro y estar mejor preparados, en la formación vocacional, para decidir qué estudiar o en qué les gustaría desarrollarse en la adultez.

Por su parte, los profesores de estos talleres, agradecieron la entrega y la alegría de esos encuentros con el objetivo de ampliar el universo espiritual y cultural de los niños desde las edades tempranas de la enseñanza primaria.

Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
La discapacidad auditiva la podemos entender como la falta, disminución o pérdida de la capacidad para oír en algún lugar del aparato auditivo y no se aprecia porque carece de características física que la evidencien. Se distinguen en dos tipos: hipoacusia prelocutiva: si la sordera tiene lugar antes del desarrollo del lenguaje hablado, o hipoacusia postlocutiva: si tiene lugar cuando el lenguaje está bien desarrollado.

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