Sentado en un sillón me sonríe el doctor José Antonio González Valdés. Invita a un helado, en mi primera visita a su casa en la barriada del Vedado. Trato de rechazar el gesto, pero interfiere. Asegura que hace bien. Acepto…

Busco en derredor, en las paredes la referencia en compañía de Fidel o algún vestigio que muestre la inmensa carrera profesional de un pediatra cuya vida estuvo siempre en función de la medicina cubana, en especial de los niños. Solo la luz de aquel atardecer y como una mágica presencia aquel hombre que me hace evocar en su partida, el bien que proporcionó a muchas familias.

Profesor Titular Consultante de Pediatría de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana y director del Pediátrico de Centro Habana, enfrentó -junto a su equipo-, uno de los eventos epidémicos más letales que sufrimos: el dengue hemorrágico y sus trágicas consecuencias con una alta tasa de mortalidad infantil que le hizo compartir la reiterada presencia del Comandante en Jefe, para conocer, a través de la línea telefónica, cuando no presencial, de la evolución de cada caso y la búsqueda de una respuesta científica que detuviera el rápido contagio de la enfermedad introducida como parte del programa de la guerra bacteriológica del gobierno de los Estados Unidos y su agencia de inteligencia CIA, como fue demostrado y denunciado por Fidel.

Quise conocer sobre aquel momento y evocó el ajetreo de largas jornadas de trabajo, en las cuales el sueño estaba proscripto y el agotamiento ni siquiera fue tenido en cuenta por quienes tuvieron que asumir todo el tiempo la atención de los infantes.

“Las enfermeras se agruparon en brigadas que garantizaba la asistencia durante las 24 horas. Incluso los estudiantes de los últimos años de Medicina renunciaban a sus vacaciones y exigían la permanencia en el hospital a aquellos que vivían lejos del pediátrico”.

Las fotografías con Fidel resultaba su tesoro dispuesto en áreas no tan visibles de la vivienda. Me esfuerzo por conformar lo vivido aquella tarde. La brevedad del tiempo en los ojos del doctor González Valdés, la evocación de continuar nuestro diálogo en los escasos encuentros familiares posteriores. La referencia a su padecimiento y, hace unos días, el impacto indescriptible de su partida física.

La familia del doctor González Valdés conserva las fotos de aquellos tiempos. Fidel revisando los proyectos de la sala de terapia intensiva -la primera construida a nivel de país- y que se realizó en menos de un mes.

Junto al doctor González Valdés, Fidel, visita la construcción de la sala de terapia intensiva. Foto: Cortesía del archivo de la familia

Gracias a su existencia, desde que decidió la especialidad de Pediatría hasta sus visitas (ya jubilado) al Hospital Pediátrico de Centro Habana, miles de niños graves han podido ser salvados.

En su familia siempre estuvo presente, a pesar de las intensas jornadas como médico en las FUerzas Armadas Revolucionarias, en 1959. Antes, cuando aún se luchaba en la Sierra Maestra, enviaba medicinas al Ejército Rebelde, desde su puesto de su condición de estudiante en el Hospital Calixto García.
Incluso de la distancia en las acciones de asistencia médica durante la lucha contra bandidos en el Escambray, acuartelado en la Base de San Antonio de los Baños, cuando el ataque mercenario de abril de 1961. Las incontables noches como parte del Servicio Médico Social Rural.

Integrante de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), deja su ejemplo en la formación de varias generaciones de especialistas, muchos de los cuales dirigió cuando asumió en 1972, la dirección del Programa Nacional de Control de las Infecciones Respiratorias Agudas como parte del grupo nacional de Pediatría del Ministerio de Salud Pública.

Su vida dedicada por entero al paciente pediátrico resulta un ejemplo de la pediatría cubana en una nación donde nada es más importante que un niño.

Fidel camina por el pasillo del hospital junto a un niño ya de alta que estuvo muy grave, y que ante el diagnóstico clínico expresó: “No se puede morir”. Foto: Cortesía del archivo de la familia

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