La Habana se abre en la plenitud de sus formas y sus vidas como un hogar exuberante de caminos y reencuentros. Nadie escapa a la observación de sus formas, sus contornos, las imágenes que se nos impregnan y dejan ese sabor de haber completado la jornada o de iniciarla.

“En el sepulcro de la tarde preñada de recuerdos,

en medio del nocturno silencio,

ante la mirada inquieta de las estrellas

una lágrima de la luna naciente

alimenta el fuego, (…)”. 

Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel

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