El de Cojímar es un torreón con mucha historia, un protagonista tal vez no tan conocido. Concluida su construcción en 1649, la edificación más antigua del este de la ciudad y cuna del poblado de igual nombre. Con ello, se ganó la restauración que nos lo devolverá. 

Foto: Raquel Sierra

De piratas e ingleses

Durante el dominio español en Cuba, no pocos fueron los intentos de atacar La Habana. Según Comenta el investigador histórico Marcos Antonio Rodríguez Villamil, desde finales del siglo XVI e inicios del XVII, las autoridades españolas se preocupaban por la ensenada de Cojímar –como se llamaba entonces todo lo ubicado al este de la bahía-, “propicia para el desembarco de los enemigos de España. Por su cercanía a La Habana, era probable que desembarcaran y amenazaran la ciudad”. 

Foto: Raquel Sierra

En 1762, cuando los ingleses atacan la capital cubana, los cañones de los torreones de Bacuranao y Cojímar no pudieron hacerles frente, debido a su deterioro. En Bacuranao, cuenta el historiador, los españoles “tienen que abandonarlo, porque con palos, escopetas y machetes no se puede luchar contra la primera armada mundial”. Se colocan entonces frente al de Cojímar. 

Foto: Raquel Sierra

“El comandante del castillo ordena que lo abandonen, pero antes manda a clavar el cañón –meter un clavo y remacharlo en el hueco por donde se coloca la pólvora-, y que se eche la pólvora en el aljibe para que los ingleses no pudieran utilizarlo. Luego, se retiran”, cuenta. 

Foto: Raquel Sierra

Los ingleses, señala el estudioso, establecieron su puesto de mando en el torreón de Cojímar, y desde ahí, dirigieron sus actividades. “Tomaron Guanabacoa por la misma razón: no se puede luchar con palos y machetes contra un ejército que traía cañones y todo tipo de armamento”. 

Foto: Raquel Sierra

Los ingleses permanecieron en La Habana 11 meses y después la cambiaron por la Florida. El torreón siguió en pie y regresó a manos españolas, con diversos usos a lo largo de los años. 

Foto: Raquel Sierra

La hora que debía llegar

Elvis Edanis García Cancio, delegado de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHC) en La Habana del Este, tiene la misión de dirigir las obras de restauración del torreón de Cojímar, en una primera etapa. 

Foto: Raquel Sierra

La construcción, dice, tiene grado de protección uno y como parte del sistema de fortificaciones, es patrimonio de la nación y de la humanidad, declarado por la UNESCO en 1982. 

Foto: Raquel Sierra

“Pasó a la Oficina del Historiador desde 2013 y fue una de las tareas que dejó pendiente Eusebio para que un día se pudiera restaurar, por su importancia”, dijo García Cancio. 

Foto: Raquel Sierra

Su estado es delicado. Pasó por varias etapas, perteneció a diferentes instituciones, entonces le agregaron locales y paredes con bloques. Estamos consolidando la conservación, demoliendo y retirando todos los agregados, que no forman parte de lo original, así como labores de arqueología y conservación de la fachada”, indicó. 

Foto: Raquel Sierra

“Entre los hallazgos arqueológicos se encuentran lo que sería en el pasado la tarima -un depósito donde los soldados ponían sus pertenencias-, el polvorín, tres garitas y, el aljibe, todo, lamentablemente, con un deterioro muy avanzado, porque nunca el torreón ha tenido una restauración capital como la de ahora”. 

Foto: Raquel Sierra

Los daños en la cubierta llevaron a la decisión de retirarla y sustituirla,  “por eso hablamos de una obra muy compleja,  por el volumen de acciones a ejecutar”.

No solo el paso del tiempo y la falta de atención dañaron al torreón. Un rayo, de las tormentas que acompañaron el tornado de enero de 2019, impactó una de las garitas, ocasionando un gran deterioro, ya restañado.

“Tenemos que pensar en lo que va a suceder en la zona costera, porque el mar no lo podemos frenar y lo que se vaya a trabajar con la Empresa de Obras Marítimas tiene que ser sostenible y sustentable”, enfatizó el delegado.

“No son los castillos que estamos acostumbrados a ver, es una obra pequeña, pero compleja”, sostuvo.

Juntar todas las manos

Múltiples son las fuerzas que intervienen en el torreón, ya sea a pie de obra o desde la conceptualización: alumnos de la Escuela taller Gaspar Melchor de Jovellanos y del aula Eusebio Leal, con sede en el Parque Histórico Militar Morro Cabaña, la empresa Restaura, de arquitectura y urbanismo, a cargo de los proyectos del torreón, el malecón, la glorieta con el busto de Hemingway,  y los parques; y la brigada de arqueología de la Unidad Empresarial de Base Puerto Carenas.

La Dirección de Inversiones de la OHC, encargada de los fondos para la ejecución, la Dirección de Patrimonio, donde se elaboran las propuestas del futuro museo; y las empresas Seprona -proyecta las acciones en la zona del mar-, y Baluarte –responde por la seguridad.

A ellos se une el apoyo de la Base de pesca, artistas amigos como Nelson Domínguez, proyectos de desarrollo local, trabajadores por cuenta propia, entre otros. “Aquí tenemos algo muy importante, la comunidad participa en todo”, sostiene García Cancio.

El museo que será

De acuerdo con García Cancio, el torreón se convertirá en un museo de sitio, respetando todas las indicaciones de la UNESCO: “no va a tener área de servicio, solamente exposición y a exhibirlo”. 

Foto: Raquel Sierra

El proyecto comprende varias salas: una sobre la historia del torreón, la sala del sitio, una dedicada a la toma de La Habana por los ingleses,  y una última, enfocada en la historia de Cojímar, en sus diferentes épocas.

Según comentó el investigador, “fue la primera playa pública, la misma en la que en 1938, se fotografió Ernest Hemingway cuando llegó por primera vez a Cuba, sin saber tal vez, que anteriormente, ahí había estado José Martí, quien siendo un hombre joven se inspiró y escribió Los zapaticos de rosa y que probablemente aquel militar del poema, que en algún momento conoció a Pilar, fue uno de los militares relacionado con el torreón”.

“Como aprendimos de Leal: primero el Palacio de los Capitanes Generales y después, a sacar los tentáculos, como el pulpo, ir haciendo más cosas. Nosotros comenzamos por el torreón –que lo amerita-, y después, poco a poco, el resto: calle Real arriba, La Terraza, el hotel Campoamor…”

De acuerdo con el delegado, en estrecha unión con las autoridades del territorio, insertando proyectos e iniciativas locales, creando empleos que favorecen los ingresos de las familias. La inversión, agregó, comprende áreas socioeconómicas, para servicios, comercial y la sede del equipo técnico al frente de Cojímar histórica.

“Existe un megaproyecto: queremos rescatar Cojímar histórica, ese sería el sueño mayor. Está diseñado por etapas, en esta primera, el torreón y en malecón tradicional, con sus parques urbanos;  después, en la medida que vayan apareciendo los fondos y que podamos ir también recirculando el dinero, porque no queremos gastos sin ingresos, o sea, que haya gastos, pero que haya ingresos para también irlos reinvirtiendo en la misma restauración”. 

Foto: Raquel Sierra

De acuerdo con García Cancio, a pesar del estado actual, en Cojímar, “hay un sentido de pertenencia, tienen amor por el terruño, además de reconocer lo que se está haciendo, porque esto trasciende más allá de la construcción más antigua del municipio, aquí empieza la vida”.

Para La Habana del Este, considera, Cojímar es el paralelo del Templete, el Palacio de los Capitanes Generales y hasta el mismísimo Capitolio de La Habana, “es la semilla de todo”.

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