Hablar de transporte en la prensa, pudiera ser un tema gastado, pues cuando no es para explicar algún problema coyuntural, es para hacer una crítica a otro sin esperar una solución; pero, ¿Por qué criticar antes de criticarnos?

En la parada ubicada frente al Ministerio de Transporte (La Rosa y Boyeros), el caos se desata al llegar cualquiera de las guaguas que pasan por allí, incluso cuando los inspectores intentan controlar porque están frente al Mitrans, y nos lleva a pensar mucho más allá de declarar algunas "rutas en peligro de extinción", debido a las dificultades para la importación de piezas de repuesto o la falta de combustible, por las razones ya conocidas por la población.

Si bien, en cierta medida, las estrategias del Gobierno para solucionar el problema del transporte en La Habana no siempre resultan eficaces, existe una cuestión de la cual no podemos culpar ni a uno, ni a dos bloqueos. Me refiero al componente humano: desde los choferes de las guaguas, hasta los inspectores de transporte y los pasajeros, pareciera que cada cual lleva el mal humor de la mano.

A pesar de que muchos en la calle hacen referencia a una supuesta ¨lucha del pan de cada día¨, el simple hecho de cómo hablamos y empujamos a la hora de abordar un ómnibus, es un aspecto de la vida cotidiana que debe tenerse en cuenta para decirnos buenas personas.

No pocas veces escuchamos, “lo que hagas para subirte a una guagua, no te define como persona”, llegándonos a replantear entonces que tan “buena gente” somos como para decir eso y justificarnos vilmente.

Si bien es cierto que la solución al problema del transporte no está en nuestras manos, podemos al menos, luchar contra la pérdida de valores en una sociedad donde se puede escuchar algún abuelo comentar que “la juventud está perdida”, cuando hemos visto abuelos que se olvidan de la juventud y empujan al subir la guagua incluso con más fuerza que ellos.

Los conocidos problemas económicos no ofrecen justificaciones para olvidarse de la calidad humana, la empatía y el respeto. Hagámonos un llamado de atención para hacer nuestro próximo viaje en ómnibus sea “apretaito pero relajao”.

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