Vivimos durante mucho tiempo en estado de suspensión. Tuvimos que modificar nuestra manera de vivir, trabajar, y hasta aprender a saludarnos con los codos, en vez de nuestros preferidos besos y abrazos.

Pescador prepara sus avíos para la pesca. Foto: Alejandro Basulto

Reajustamos nuestra vida para enfrentar eso que llamamos “una nueva normalidad”, a la que aún nos estamos acostumbrando, un tiempo en que debemos extremar las medidas de protección para evitar contagiarnos o contagiar a los que nos rodean, mientras realizamos algunas actividades diarias, particularmente las esenciales.

Imponente se alza el Capitolio sobre nuestra capital. Foto: Alejandro Basulto

De nuevo el Malecón se llena de colores, una suerte de arcoíris humano, donde a pesar que los colores no están muy unidos se puede apreciar desde lejos su belleza. La familia cubana vuelve a llenar cada espacio de nuestra ciudad, deseosos de respirar aire fresco y dar una vueltecita.

El malecón, lugar de descanso y relajación para muchos. Foto: Alejandro Basulto
Vuelve la alegría a los parques de la ciudad. Foto: Alejandro Basulto
¿Sustento o hobby? Foto: Alejandro Basulto
Varias generaciones confluyen en este mágico lugar del litoral habanero. Foto: Alejandro Basulto
El azul como factor común. Foto: Alejandro Basulto
Para protegerse del fuerte sol del Caribe todo es válido. Foto: Alejandro Basulto
Cualquier hora es buena para disfrutar de la brisa marina. Foto: Alejandro Basulto

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Las manos de un pueblo