El día de la Rebeldía Nacional se conmemora cada 26 de julio, fecha trascendental para entender los sucesos que condujeron al triunfo de la Revolución. Y aunque ha sido tocado mil veces por la prensa y la historiografía nacional, sigue sin ser suficiente. Los llamados constantes a desconocer la historia, a
tergiversarla y a restarle importancia nos obligan a revisitarla para comprender a cabalidad los hechos del pasado y buscar respuesta a las preguntas del presente.

El profesor de Historia de la Universidad de La Habana, Fabio Fernández, a pesar de su juventud es un amplio conocedor de estos temas y accedió conversar con Tribuna de La Habana acerca del 26
de julio de 1953, su contexto y significación.

¿Cuál era la situación de Cuba en aquellos años que llevaron a los sucesos del 26 de Julio?

Para entender estos acontecimientos hay que tener presente el golpe de Estado de Batista en 1952, hecho que rompió el funcionamiento de la democracia burguesa que se había reconfigurado a partir de la Constitución de 1940 tras el proceso revolucionario de los años 30. Una `democracia´ en los códigos del capitalismo dependiente y subdesarrollado cubano, llena de imperfecciones, caracterizada por la incapacidad de los gobiernos de turno para darle vida efectiva a los elementos programáticos recogidos en la Constitución del 40. No debemos olvidar el clima de violencia política en que se desarrolla esta ‘democracia’.

“Y aunque el sistema había manifestado intenciones de renovarse, primero a través del Partido Auténtico y después desde el Ortodoxo, el golpe de Estado corta de cuajo la posibilidad de un proyecto de
renovación que la Constitución había esbozado. Pero creo que lo más importante es la crisis estructural del país que abarca todas las esferas y la evidente incapacidad de la clase política de la época para salir
de esa situación y construir un nuevo orden de las cosas”.

— A raíz del golpe de Estado surge la Generación del Centenario. ¿Cuáles eran sus principales ideas?

A la Generación del Centenario podríamos ubicarla como un nacionalismo de izquierda dentro del contexto cubano que oscila dentro de la reforma y la revolución. Está vinculada a la restauración de la democracia, del cumplimiento de las ideas de la Constitución del 40 y que de alguna manera se movía dentro de los códigos del reformismo burgués. Pero en ella misma comienza a verse un proyecto de reforma tan a la izquierda y de tanta profundidad que deriva hacia una salida revolucionaria.

“Esta es una generación compuesta en inicio con actores de la pequeña burguesía y sectores populares, que ve críticamente la historia republicana y sus desgobiernos, ideas claras de antimperialismo.

También muy vinculada a la historia, tanto del mambisado en la figura de Martí y Maceo, como de la Revolución del 30 que no logró concretarse y de la cual toma algunos de sus referentes como Mella y
Guiteras, que podemos ver en el poema Ya estamos en combate de Raúl Gómez García”.

— Frente al golpe se configuran varias tendencias, ¿por qué Fidel toma la vía insurreccional como respuesta?

Hay varias iniciativas, desde la oposición no insurreccional esperanzada en el diálogo, hasta quienes entienden que hay que combatirlo, que es la línea que toma Fidel. Aunque Fidel tiene un rasgo particular, pues parte de que esa lucha insurreccional podía conformarse fuera y contra el Ejército, rompiendo con el viejo dogma imperante que planteaba que en Cuba podía hacerse una revolución sin el Ejército o con el Ejército, pero no contra el Ejército, y el Moncada es la demostración clara de esto.

“Pero esta vía Fidel la toma después de haber agotado los caminos no insurreccionales. A pocos días del golpe, Fidel hace impugnaciones legales ante el Tribunal de Urgencias que no progresan y demuestra que la única vía posible es la armada, legitimando así su lucha”.

La respuesta de la tiranía fue violenta, aunque algunos, con turbios objetivos, intenten tender un manto de civismo y legalidad centrándose solo en la figura de Fidel y las circunstancias que hicieron que salvara su vida casi de milagro. En las acciones cayeron solo seis asaltantes, pero el régimen asesinó a 55, en muchos
casos víctimas de torturas inimaginables: inyecciones de aire, capturas en la misma mesa de operaciones…

El 26 de Julio es el gran punto de partida de la lucha contra Batista. Puso en evidencia el carácter sanguinario y represivo de la tiranía y, sobre todo, del Moncada nació el símbolo de la acción heroica
que conmovió al país y la figura de Fidel como un líder central”, concluyó el historiador.

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