Si antes, invariablemente, el sombrero identificaba a los hombres del campo, hoy no es tan así. Aunque algunos prefieren llevarlos, otros son más de gorras. Pero ese es solo un detalle: independientemente de cómo se haga, con tractor, bueyes o guatacas, la faena de trabajar la tierra, mayormente bajo el sol, sigue siendo dura.

Marielis Ramírez Hernández, presidenta de la ANAP en cuatro municipios habaneros. Foto: Raquel Sierra

Mejorar las condiciones de trabajo y vida de los campesinos se mantiene como un desafío tan permanente como lo es garantizar alimentos del agro. Cuando el pasado 17 de mayo la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) llegó a su aniversario 60, debe reflexionarse –sobre todo– en cómo avanzar hacia escalones superiores.

Por un lado, están las actuales carencias y lo impostergable que resulta alcanzar una agricultura sostenible. Del otro, las medidas para el sector agropecuario que persiguen destrabar y estimular las fuerzas productivas. El panorama es complejo e impone acudir más a la Ciencia, las mejores prácticas, la agroecología y la perseverancia para que la imagen del campo sea de prosperidad y se traduzca en cosechas abundantes, sanas y asequibles.

Cuenta conmigo 

El escenario productivo habanero está lleno de facetas. Fincas grandes y otras pequeñas, Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) que han sabido manejar créditos, desarrollarse y otras que están por aprenderlo. En esa diversidad, hay de todo. Desde una joven que dirige la ANAP en cuatro municipios hasta un licenciado en Cultura Física devenido ganadero…  Marielis Ramírez Hernández es la presidenta de la organización del campesinado en La Lisa, Playa, Marianao y Cerro.

Miguel Cobas Calzado, productor de avanzada de la cooperativa Juan Bruno Zayas, de Cerro. Foto: Raquel Sierra

“Me he impuesto crecerme ante los momentos actuales y mucho más en cuatro municipios que representan grandes volúmenes de producción para la provincia. Es un reto continuar creciendo día a día y superarme cada vez más”, subraya. 

El campesinado, como aseguran sus protagonistas, ha estado siempre. Con ellos se ha podido contar y ahora no será diferente. Luis Enrique Vivanco, de la minindustria La Ignacita, de la CCS Manolito Domínguez, en el municipio de San Miguel del Padrón, nunca pensó en reunirse con el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Pero ahí estuvo, entre quienes compartieron con la dirección del país sus criterios sobre el reordenamiento y sus impactos.

“En la asamblea de la cooperativa hablábamos sobre los precios y cómo no nos daba la lista con el billete… fuimos escuchados y con las nuevas medidas vemos a los campesinos fajados con la tierra de
nuevo”, comentó.

Donde haya que estar

No escapan de la mirada del productor José René Alfonso Alfonso, del Cotorro, las urgencias y prioridades del país. Por ello, en su pequeña finca, apegada a la agroecología desde hace 12 años, introduce todo lo que pueda ayudar: conejos, carneros, codornices y cerdos, alimentados, mayormente, con lo que es capaz de cosechar la familia y moler en un molino de bajo consumo, porque el ahorro energético no es menos prioritario.

Luis Enrique Vivanco, de la minindustria La Ignacia, de la ccs Manolito Domínguez, de San Miguel del Padrón. Foto: Raquel Sierra

Dejó la Cultura Física y los masajes y regresó a las raíces. Hoy, en la CCS Juan Bruno Zayas, de Cerro, Miguel Cobas Calzado se suma a las acciones de la cooperativa para lograr rendimientos superiores en los factores considerados básicos para garantizar la sostenibilidad de la ganadería: alimentación, genética y reproducción, tanto de ganado mayor como menor. Sin muchos rodeos sostiene: “Los resultados se sienten venir, que La Habana espere de los campesinos una respuesta positiva”.

Eddis Mendoza López, de la finca El Paraíso, considera que, ante el reto de aumentar la producción, la CCS Capitán San Luis, de Boyeros, trabaja por aumentar las áreas de producción con casas de tapados
que permitan “lograr mayor cantidad de alimentos para los campesinos, sus familias y La Habana”, como lo han hecho durante la pandemia, llevando mercancía a centros de aislamiento y hospitales.

Alexander Domínguez Peña lleva 11 años produciendo en áreas que algún día fueron del hidropónico La Coca. Hoy las dedica a frutales, cultivos varios y la cría de cerdos. “Nuestra organización nos ha
impulsado a producir más en los momentos difíciles que vivimos y los campesinos hemos dado el paso al frente para aguantar el embate. Como respuesta tenemos que echar adelante y producir más”.

Ernesto Ramírez Velázquez, de la esfera agroalimentaria del Buró Provincial de la ANAP. Foto: Raquel Sierra

A la CCS Emiliano Montes de Oca, de Guanabacoa, productora de ganado y cultivos varios, pertenece Yosdenis Hernández Cid. Según este productor de avanzada, la prioridad es incrementar los
planes de leche y carne para el autoabastecimiento municipal. “Para mí es un orgullo venir de tradiciones campesinas, desde mis abuelos, y trabajar la tierra y eso lo transmito a jóvenes de mi cooperativa”, dice.

Juan Faustino Mulgado Elías, de la CCS Comandante Raúl Nieves Mestre, en Arroyo Naranjo, tiene un pensamiento lógico y un actuar consecuente. En la seria situación económica que vive el país, 
los campesinos somos fundamentales y si hay alguien que tiene que producir mucho somos nosotros”. Por ello, se comprometen con incrementar la producción de hortalizas y ganado.

Ernesto Ramírez Velázquez, miembro del buró provincial de la ANAP en la esfera agroalimentaria, expone que ante el impacto de la crisis económica, agravada por la COVID-19 y el bloqueo, tenemos un reto inmenso –siembra de nuevas áreas de yuca y plátano, rescate de la acuicultura y los módulos pecuarios– y “una vez más los campesinos saldrán adelante”.

Otras informaciones: