La mayor parte de las veces, cuando pensamos en La Habana, nos viene a la mente su Malecón con el azul intenso de su mar, la belleza de sus lugares, como el Centro Histórico de La Habana Vieja, los parques, arbolado, en fin, toda la belleza que la caracteriza y que es bálsamo para la vista de hijos naturales y visitantes; pero no con tanta frecuencia pensamos en su gente.

A pesar de la COVID-19 que nos azota con fuerza, el andar de los habaneros se hace cotidiano en sus labores, y tras los nasobucos se refleja la fuerza y confianza de un pueblo peleador y con coraje para afrontar las dificultades, en mayoría debidas al cruel bloqueo.

Luchamos por hacer un país mejor, empleando toda la energía física y mental para crear en favor de un futuro que es seguro.

Médicos, científicos, trabajadores de Salud en general, pero también, constructores, educadores…, todos unidos en esta batalla de la que sabemos saldremos vencedores.

La Habana se mueve mediante los pies de su gente, solidaria, conversadora, empática para con el dolor de los demás, aunque ahora guarden la distancia y la sonrisa solo se vea en la mirada.


Y más allá del quehacer diario, siempre habrá instantes para llenarse de vida y contemplar desde el añorado muro el añil de nuestro mar.

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Excelentes fotos de Jayme Cuan, pero me pregunto --y no solo en este caso-- por qué no les ponen pie de fotos señalando el sitio dónde fueron tomadas, más cuando son como estas paisajes humanos y citadinos de la ciudad. ¿El lector tendrá que ser adivino? Es una simple sugerencia de alguien que todos los días entra en la página digital de Tribuna. nicolas
Gracius Nicolás por su sugerencia que apreciamos, tendremos esa opinión en cuenta para el futuro.