“La tierra es la gran madre de la fortuna. Labrarla es ir derechamente a ella”.
José Martí
Es menester ponerse las botas, subirse las mangas de la camisa, y hacer a la tierra dar lo mejor de sí. Sudar sobre el surco, es la forma más práctica de suplir los alimentos que se necesitan, esos que por carencias de diferentes tipos, no llegan a la mesa del hogar, el centro de trabajo, o la escuela.
De ello están conscientes los trabajadores de la Escuela Primaria Julio Antonio Mella, en La Portada, municipio de Cotorro, donde cuentan con un huerto escolar capaz de contribuir a la alimentación de ese plantel estudiantil y de otras instituciones de la localidad. Acerca de las labores que allí realizan, comenta Yanaisa Vázquez Carret, directora del plantel escolar:
“El huerto escolar lo tenemos produciendo todo el tiempo. Allí el trabajo es diario. Además del consumo en la escuela, aportamos al Hogar de Niños sin Amparo Familiar que tenemos en nuestro territorio, así como a los dos círculos infantiles de la comunidad, sitios a donde hemos enviado parte de lo que hemos cosechado en nuestro huerto escolar”.

En la Julio Antonio Mella, si bien el encargado directo del trabajo en el huerto es el orientador agropecuario, José Leonel Batista Benítez, dentro de los trabajadores del plantel no faltan manos dispuestas para ayudar. Además, cuentan con aporte de semillas, abono, plantas ornamentales para el embellecimiento de la escuela, e incluso el arado, por parte de la cooperativa José Maceo.
Con los pies en la tierra
Mientras trabaja nos ve andar de un lado a otro, acompañado por la directora de la escuela. Ello le tranquiliza y continúa en silencio con su labor. Cuando nos acercamos a él, de inmediato comprendemos que de andar con los pies pegado a la tierra, cuidándola, sembrándola, haciéndola producir, José Leonel Batista Benítez prefiere que sea esta quien hable por él.
Sin embargo, hay palabras que deben ser dichas, como es la ayuda de los trabajadores del centro en el huerto, en especial la del operario de mantenimiento, Ángel Acevedo Loy y el de la Cooperativa José Maceo.
Sin dejar de trabajar en el deshije del plátano, José Batista Benítez nos dice que aparte del plátano burro y el fruta, en el huerto cuenta con matas de mango, cereza, aguacate y coco. Además ha sembrado ajo porro, acelga, lechuga, espinaca, culantro, orégano, perejil, y yuca. Todo ello en un espacio de unos cien metros de largo por cien de ancho.

El sol sigue su camino indetenible. Benito sigue en su quehacer. El tiempo es sagrado para este hombre y tal pareciera hubiese comprendido que, como dice Martí: “Al hombre trabajador, al inteligente, al bueno, la tierra le brinda vida, antes que él, menesteroso, de ella lo demande”. Tal vez sea por ello que no se detiene a conversar, pues la tierra, como amante novia, entrega su alma a quien, sin miedo al trabajo, se entrega a ella de lleno.
Trabajar sin descanso
Pudiera pensarse que con el curso escolar paralizado, en el plantel no se hace nada, pero ello es un completo error. En la escuela lo primero es la higienización constante, además de la realización del pesquisaje para evitar la posible propagación de la enfermedad. Además, nos comenta Vázquez Carret, tienen un grupo de trabajadores “apoyando en la comunidad, atendiendo el Sistema de Atención a la Familia (SAF); en el centro de aislamiento; en las guardias nocturnas, y los maestros están en constante comunicación con los estudiantes mediante diversas vías.
“Las aulas tienen las efemérides actualizadas en sus murales y se están convocando a concursos, porque tenemos que lograr que la escuela, aun cuando esté cerrada, mantenga su vitalidad”. Con una matrícula de 198 niños, distribuidos de preescolar a sexto grado, el plantel tiene completa la plantilla de trabajadores, “gracias al ordenamiento hecho en el país y esta estimulación de nuestro Presidente, hecho que permitió traer más maestros a nuestra institución y así completar la cobertura, tanto docente, como no docente”.

Pese a todo lo que allí hacen, y de estar conscientes de la importancia de las tareas que ahora asumen, los trabajadores de ese plantel sienten una añoranza inmensa en el pecho al ver las aulas vacía. Sobre ello, Vázquez Carret nos comenta:
“Los maestros nos dicen, directora, es necesario que los niños se incorporen ya. Nosotros somos las personas que vamos a lograr que ellos aprendan, porque los padres son uno solo para todo, y nosotros estamos aquí para eso, y aunque tenemos la ayuda de los padres, es necesario que estén con nosotros en la escuela”. Agrega Vázquez Carret “cuando uno oye decir a un maestro que desea el niño esté en la escuela, eso te dice la calidad del claustro que tenemos. Ese es el deseo mío también”.
Ver además:
Nuevos pasos hacia la calidad y la eficiencia en la Gastronomía
Realizará ETECSA trabajos en la red de telefonía fija en los municipios de Playa y Guanabacoa
Nada mejor que desde la más temprana edad el Hombre pueda comprender que cultivar nuestro propio sustento es un orgullo!