Alejandro González acude con cierta frecuencia a un punto de venta de productos agropecuarios de la avenida del Wajay. Surtido y con alimentos de calidad, atrae también a Maritza Martínez, residente de un cercano reparto, “pues en Fontanar todo es más caro”.
“Llegué a las diez y alcancé pimientos, pepino, tomate, plátano y berenjena, todo por 136 pesos”, dice el joven, uno de los tantos clientes que día a día depositan su confianza en ese comercio.
Abastecido por la Unidad Empresarial de Base (UEB) Producciones para el Turismo, de la Empresa Agropecuaria Metropolitana, es un lugar peculiar. Sus productos provienen de casas de cultivo, de ahí su calidad. “Nuestro objeto social es el turismo, pero con el sector deprimido por la COVID-19, se potencia el suministro al punto de venta, mercados agropecuarios de los repartos Fontanar y Abel Santamaría y la Empresa Acopio Habana”, explica Tomás Caignet Matos, director de la UEB, con 92,67 hectáreas.

“El quiosco no es nuevo, siempre ha estado y nos ha dado liquidez, junto a las ventas al turismo y los mercados”, agregó. Según Caignet, entregan a ese espacio diariamente entre 2,3 y 3 toneladas de varios surtidos, con precios regidos por el listado aprobado por el Gobierno.
Regular las ventas en dependencia de la cantidad de productos, beneficia a más personas. “Ahora damos dos libras de pimiento, cinco de pepino y yuca; y de tomate, que hay más, siete u ocho”, dice Beatriz Mederos, dependienta. Eso lo agradece la cola.
El valor de la tierra
Bárbaro Cuello e Iraí Pérez trabajan en la UEB Granja Boyeros hace más de 20 años. Reconocen que la unidad había venido a menos hasta el pasado año, cuando la ayudó una inversión. “Se recuperaron la nave de acopio, los viales, la casa de posturas, con el aporte del uno por ciento de Boyeros al desarrollo municipal”, explicó Oliver Antonio Tornés Terry, director de la UEB.
Yudel Martínez Pérez llegó hace un año y fue el encargado del rescate de la casa de posturas y el semillero, “un área casi perdida”, donde hoy germina a la sombra lo que se debe plantar mañana.

Con la renovación, las mejoras que propició a la tierra la materia orgánica y el cambio en el sistema de pago, en la granja se recupera también el espíritu. Bárbaro e Iraí, que atienden cada uno 28 canteros –media hectárea–, ven mejorar los rendimientos, las cosechas y sus ingresos. “Trabajamos de domingo a domingo. Nunca habíamos tenido tanto rendimiento, ojalá que no falte la materia orgánica”, relatan.
Sembrar los canteros apenas se cosechan, tenerlos libres de hierbas, combinar productos biológicos con trampas de colores para mantener a raya las plagas y obtener semillas propias, son prácticas que les permiten cosechas superiores, con salarios nunca soñados y un renovado sentido de pertenencia.
Con 14 hectáreas, ocho entregadas en usufructo en 2020 y otras seis explotadas por 12 obreros, una vez beneficiadas y clasificadas en la nave de acopio, las producciones se comercializan directamente con la Empresa de Mercados Agropecuarios, Acopio, mercados y centros priorizados del municipio de Plaza de la Revolución: hogares de ancianos y maternos, círculos infantiles, entre otros.
Hace poco, a unas cuadras, con el apoyo de autoridades municipales y provinciales, la granja abrió un punto de venta. Aunque desvencijado y a la espera de mejoras, responde al reclamo de la población, que veía salir los productos, sin poder favorecerse de ellos.
Sin embargo…
A la ecuación de continuar produciendo para abastecer al pueblo en medio de la pandemia, se ha sumado un nuevo elemento: la Tarea Ordenamiento, con implicaciones no solo en los precios a la población, sino también al agro.
“Los principales problemas son que el mayor margen comercial lo tienen los comercializadores y no los productores y el alza de los precios de los insumos, que hace que la producción no sea sostenible”, destaca Tornés Terry.
Han hecho sus cálculos a partir de los rendimientos máximos que puede tener, por ejemplo, una hectárea de tomate, contra los costos de semillas, agua y electricidad, y van a pérdida. No obstante, confían en una solución y, en tanto, empezaron a producir simientes propias para evitar su compra y sustituir importaciones donde se pueda.
Ante ello, señaló Bárbara González Rodríguez, jefa de la Agricultura Urbana en la ciudad, se analizan los precios de las hortalizas para hacerlos convenientes al productor.
Por su parte, apunta el director de la Granja Boyeros, la Tarea Ordenamiento es un proceso y permite evaluar de forma integral sistemas de pago, insumos, precios y otros asuntos “para que no haya afectaciones entre producción y comercialización y sea sostenible. Se buscan alternativas, pero no se puede dejar de sembrar”, apuntó.
Las cuentas las ha sacado también el ingeniero Caignet. Entre sus inquietudes están los precios. “Medio kilogramo de semilla de pepino cuesta 29 000 pesos, eso da para cinco casas, y de tomate, vale mucho más. Estos son productos de máxima calidad, muy superior a los de cielo abierto, por lo que el precio de venta debería diferenciarse”, considera. Según la jefa de la Agricultura Urbana, las modificaciones sobre el tema ya están en proceso.

Hace años se habla de la urgencia de desatar las fuerzas productivas. En el reordenamiento, apenas iniciado, habrá que tener constantemente un termómetro, medir y actualizar protocolos. Para Bárbaro e Iraí, el ciclo cerrado entre salarios, insumos, sentido de pertenencia y buena dirección ha rendido frutos, tal vez muy puntuales. Ahora la mesa necesita que, en todo el campo, se haga tendencia.
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Tremenda experiencia. Bueno y qué. Quién responde por lo que pasa en otros casos.? El presidte del Consejo. Hasta cuando. Ee
A ver si entendemos... Lo que se cultiva en un pequeño espacio en la ciudad o lo que se cultiva en casas tapadas... NO ALCANZA. Así de sencillo, sin más cálculo... Para que alcance y sobre, que es la idea para que bajen los precios y no haya acaparadores ni revendedores, hay que producir en el campo. Tierras hay de sobras, iciosas, llenas de marabú, dicho y reconocido por Fidel, Raúl y por el campecino. Entonces??? Dónde está el que está poniendo lasssss trabassss??? Al campesino HAY QUE PAGARLE. El no necesita comida, pero necesita TODO LO OTRO. Y cobra, cuando cosecha, no mensual. Espero entiendan, saludos..
Oiga que bueno y que se espera para generalizar. En nuestra patria no hay más porque no sembramos más. No lmporta que no haya paquete tecnológico. Lo que hace falta es ganas de hacer
El comentario anterior parece que no gustó. Pero como revolucionario mil por mil abogo por acabar de implementar lo que hace mucho se aprobó. Crítico, si, pero para que todo sea mejor
Y en dónde se dispone que el precio de 500 g de semillas de pepino es de 29000 CUP como expresa el compañero entrevistado que valen? Lo pregunto porque en la nueva RESOLUCIÓN No. 344-2020 del MFP sobre los precios minoristas de los insumos en su Anexo Único no aparece el precio de la semilla de Pepino.