Una de esas enormes casonas que antes perteneció a familias pudientes cubanas, hoy acoge a 345 adolescentes en la escuela secundaria básica Fructuoso Rodríguez, ubicada en la céntrica calle Línea, entre 4 y 6, en el Vedado capitalino.

Parte de los 50 trabajadores limpiaban el patio de las aguas dejadas por lluvias matutinas este dos de noviembre, cuando adolescentes de séptimo, octavo y noveno grados, reiniciaron el curso escolar.

Como en todos los planteles de La Habana, lo hacen bajo estrictas medidas de bioseguridad. En la puerta del centro, una señora mayor tomaba los datos de quienes entraban, en el suelo un recipiente con agua clorada para la limpieza de los pies y en la mano de otro profesor un pomo con una sustancia similar para lavar las manos.

Las clases se imparten aprovechando ambas sesiones y en dependencia de los grados, alternan los días, según informó Carlos Camejo Echevarría, director de la secundaria.

Los 14 grupos de alumnos se dividieron las jornadas de la semana. Por ejemplo, séptimo grado asiste de lunes a jueves por la mañana y los horarios vespertinos son ocupados por los de octavo, hasta las cinco de la tarde.

Carlos Camejo Echevarría, director de la secundaria básica Fructuoso Rodríguez, del Vedado Foto: Ricardo Gómez

Agregó que los de noveno laboran los viernes en el proceso de continuidad de estudios; es decir, el llenado de boletas, publicación del pre escalafón y otorgamiento de carreras.

Camejo hizo énfasis en las medidas higiénico- sanitarias como parte de la Tercera Fase recuperativa ante la COVID-19 en la capital. Entre ellas el sistemático lavado de las manos, de las superficies y el uso correcto del nasobuco, de los cuales los estudiantes llevan tres a las clases.

Explicó que mediante pesquisas activas evitan que ningún educando o trabajador entre a la escuela con síntomas febriles o de enfermedades respiratorias.

El distanciamiento físico lo garantizan ubicando a un alumno por mesa y escalonando el horario de receso.

Así ocurre en unas 1 200 instituciones escolares capitalinas, de las cuales alrededor de 150 continuaron planes de reparación en los últimos meses, a pesar de las limitaciones económicas y el azote de la epidemia.

Fue necesario también rehabilitar e higienizar, con rigor, 11 villas de profesores generales integrales que apoyan a la ciudad y habían sido empleadas como centros de aislamiento.

En la mañana del reinicio del curso, en la “Fructuoso Rodríguez” conversamos, además, con Olenma Granado Licea, quien lleva 45 años como maestra y dijo que ante todo hay que ser muy responsables en este momento cuando enfrentamos a la pandemia.

Olenma Granado lleva 45 años como maestra Foto: Ricardo Gómez

Comentó que es importante mantener la organización y cumplir con el protocolo indicado por Salud Pública y el Estado, que tanto han protegido a la población del país.

Recalcó que hay que conversar con los jóvenes acerca de los valores de una sociedad que pone por delante la salud y el bienestar humano, pero que esa labor no es solo de los profesores, sino también de la familia.

Olenma refugia sus ojos tras unos lentes de aumento, pero fue incapaz de esconder esa emoción que a veces suscita lágrimas, al reencontrarse con los muchachos que regresan a las aulas.

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