Detrás de ese imprescindible pulsar de la enseñanza, los esfuerzos de cientos de trabajadores de la Educación en la provincia se concretaron a partir de las certeras decisiones emitidas por el Consejo de Defensa Provincial para mantener la disponibilidad funcional de las instituciones, la preservación de la base material de estudio y la preparación de los docentes.

Nuevamente los veremos en las calles, no como lo hacíamos antes: atrapados en la cotidianidad de sus rostros plenos de inocencia, los ojos desbordados por la curiosidad de la adolescencia hacia el entorno que les fuera limitado y la mirada inquisitiva de los universitarios.

Regresan con sus uniformes distintivos a esta nueva normalidad que nos hace responsables de contribuir a protegerlos mediante la exigencia y el ejemplo en cuanto al uso necesario de los medios de protección para evitar el contagio de la COVID-19.

Cae octubre y nos aleja del reencuentro postergado a la fiesta de los colores que nos regala cada septiembre –después de aquel abrupto cierre en medio del curso lectivo en su clímax–, mientras en las miradas de millones de conciudadanos se desdibuja la interrogante que ahora despeja la necesaria presencia de nuestros hijos en sus aulas.

Ver más: