Teniendo en cuenta los diferentes eventos ocurridos en entidades laborales con la propagación de la COVID-19, que han convertido a la provincia en el epicentro de la enfermedad, Tribuna de La Habana se dirigió a uno de los lugares donde su accionar y sacrificio se han multiplicado en función de esta situación excepcional de nuestro país.
El colectivo de la lavandería 28 de Enero, ubicada en la Zona 7 de Alamar, municipio de La Habana del Este, destaca por el compañerismo, y sobre todo, por la disciplina. Sus directivos son exponentes de responsabilidad, expresada en la estricta exigencia del cumplimento de las medidas higiénico-sanitarias, en época de pandemia.
Además de continuar con sus tareas del servicio de lavado al polo turístico de las provincias La Habana, Mayabaque y Artemisa, incorporaron los centros de aislamiento en los que se encuentran casos sospechosos de portar el virus; así como a los que acude el personal de Salud cuando termina el ciclo en las zonas rojas.

Rafael Pérez Sánchez, director de la entidad, refiere: "En el mes de marzo, cuando comenzaron a detectarse los primeros casos positivos en varios de los hoteles a los prestamos servicios y cuando todavía no existían los centros aislamiento, nos dimos a la tarea de investigar sobre el nuevo coronavirus y lo que se estaba haciendo a nivel internacional en las lavanderías que ya se enfrentaban a la pandemia. Aun cuando la entidad tenía implementados los protocolos para la higienización de ropas contaminadas por otras patologías, nos enfrentábamos a una fuente desconocida, de alto grado de trasmisión.
"Por iniciativa propia, teniendo en cuenta el déficit que provoca el bloqueo, comenzamos a asegurar a los trabajadores con medios de protección más concretos, pues estaban manipulando una ropa que requiere un tratamiento más cuidadoso, el cual rompe el procedimiento común. Conversamos con todo el personal en cuanto a la percepción del riesgo y la extrema precaución. Les explicamos que esta lencería solo debe manipularse dentro de la lavadora y no debe sacudirse antes de pasar por el proceso de lavado. Es decir, lo primero fue proteger a través del conocimiento del tipo de ropa a lavar, pues nunca antes tratamos con nasobucos, con batas y otros aditamentos propios del personal de Salud.
"Entonces, les entregamos tres overoles a los que laboran en la zona roja, adaptamos los programas de trabajo y le aumentamos la temperatura a las lavadoras para evitar la contaminación. Asimismo, los trabajadores que laboran en la zona roja no interactúan con el resto y cuando salen a almorzar, se cambien el overol de trabajo. Por supuesto, esto incluye un recorrido diario, en diferentes horarios, para chequear el cumplimiento de lo orientado".

De igual manera, Edel Sarduy Hernández, técnico en protección de la unidad, expuso otras acciones:“Incrementar las medidas higiénicas sanitarias, desde la entrada a la instalación, la toma de temperatura del 100 % de los trabajadores y visitantes; mantener activada como zona roja, el área de lavado y recepción de ropa sucia, garantizan la seguridad. Se les dieron también guantes desechables, nasobucos, botas y batas sanitarias, y recientemente se les incorporaron las caretas; y se improvisó un crematorio para todo el material desechable.
"Por otra parte, diariamente nos reunimos por la mañana con todos los trabajadores para la actualización de la situación epidemiológica del país y colocamos en cada oficina el hipoclorito en la entrada. Bajo previa coordinación con el policlínico 13 de marzo, dos veces a la semana se hace un pesquizaje, e incluso, se tiene programado hacerle a todos los trabajadores la prueba de PCR en tiempo real".
El Jefe de brigada Luis Morales, asegura que a partir que comenzaron a brindar servicio a estos centros de aislamiento, se dieron a la tarea de hacerles un llamado de atención a los trabajadores sobre la percepción del riesgo de contraer la enfermedad, el chequeo del lavado de las manos, del uso del hipoclorito, del empleo correcto del nasobuco, y de crear condiciones para garantizar el distanciamiento en los puestos de trabajo. Todo esto es controlado diariamente por el personal administrativo.

Alfredo Scull, operario integral de lavandería, explica: “me encuentro laborando en la llamada zona roja y diariamente me chequean el uso de los medios de protección, que me garantiza la entidad”. Asegura trabajar con tranquilidad porque estas medidas son para su seguridad.
Este colectivo se precia por la prudencia en la prevención para evitar el contagio de sus trabajadores. Es, precisamente, lo que necesita el país, estar atentos y que el cumplimiento y chequeo de todas las medidas higiénico-sanitarias, formen parte de la agenda de trabajo de cada administración. Solo así, podremos poner un alto a la propagación de esta enfermedad y dar la estocada final a la pandemia.