En virtud del interés demostrado en aras de no dejar pasar por alto un asunto que les compete, mucho me complace la misiva que enviara Niber Acuña Aguilar, director territorial de Cadeda S.A., publicada en Tribuna de La Habana, en su edición impresa del pasado 19 de mayo (pag. 3), en respuesta a un comentario que, con el título Problemas estructurales (domingo 7 de abril), cuestionaba el cierre de la Casa de Cambio, sita en calle B, esquina A, Altahabana, Boyeros.
En su carta contestación, Acuña Aguilera asegura “lo importante” que les “resulta evaluar y canalizar todas las insatisfacciones, en aras de poder trabajar en la satisfacción de expectativas sobre los servicios brindados”, y es aquí donde comienzan las discrepancias con el replicante, en tanto en mis reflexiones dejo bien claro que precisamente fueron motivadas por las “reacciones de frustración, incredulidad, asombro, indignación, por parte de los habituales clientes de esos mismos servicios, quienes al llegar al lugar recibieron la pasmosa bienvenida de un cartel que hace pública la clausura por problemas estructurales.”
En este punto, además de invitar a que revisen los comentarios que suscitara en los internautas las razones expuestas por el representante de Cadeca S.A., aprovecho para recordar que tanto los hombres como las cosas son lo que hacen y reportan en la práctica y no cuanto proclaman.
Uno de los principios básicos de racionalidad existencial dice que todo emprendimiento requiere organización y previsión. Nada de lo que se estructura o piensa, con determinadas pretensiones, surge de un día para el otro, sin que los equipos de diseño y de realización de la propuesta trabajen desde tiempo antes del día de inicio, por lo general, de forma denodada.
Todo debe ser calculado y proyectado, prestaciones, alcances, facilidades, incluso desgastes, pérdida de valor de uso y mantenimientos, los cuales, en el caso de los contenedores de marras, no debe ser ni tan difícil ni tan costoso.
Y uno de los principales objetivos siempre es conseguir un público numeroso que responda entusiasta a la convocatoria, y siempre resulte creciente. En ese empeño resulta normal ampliar paulatinamente el alcance con la incorporación de otros encargos que, de contar con aceptación, se incorporan y permanecen, no como un mero favor a quienes lo prefieren, sino con el interés de entusiasmar, atraer en otras latitudes, tal vez, movidos solo por el interés económico; pero en Cuba, sobre todo, para resolver de verdad, generar satisfacción, hacer menos difícil y llevadera la cotidianidad.
Eso, a mi juicio, forma parte de la lógica de todo servicio, la cual presupone, asimismo, que 5, 10, 15 o 20 años es mucho tiempo para venir a darse cuenta que las condiciones higiénico-sanitarias no son las más óptimas y bajo el nivel de operaciones.
Somos del criterio que el hecho de informar a las autoridades locales de una decisión –a mi juicio errónea- (y ya tomada) si confiere patente de corso no la convierte en un fallo justo y atinado. Creo que lo más correcto es intercambiar criterios, llegar a un consenso y luego disponer lo que sea más aconsejable, sopesando todos los elementos y sin crear grandes perjuicios.
“Los servicios que presta Cadeca, también pueden recibirse en los bancos cercanos y algunos de ellos utilizando los medios y canales de pagos electrónicos”, eso afirma Acuña Aguilera y es verdad, pero habría que preguntarse por qué, desde hace bastante tiempo, decidieron ir incorporándole servicios bancarios y son muchos quienes optan por la incomodidad de una cola parados y al aire libre frente a la butaca y a veces incluso el aire acondicionado de un salón, en un banco.
Y en cuanto a los bonos vía internet, para mí útil, sí, y llamado a imponerse, pero todavía incipiente, insuficientemente dominado por la mayoría y no está al alcance de todos.
Parece que, como los dinosaurios, las casas de cambio-contendores están llamadas a extinguirse. En poco tiempo, 14 han cerrado puertas, sin que por el momento hayan empezado a florecer en locales en desuso, las otras con mejores condiciones estructurales llamadas a sustituirles.
Mientras tanto, muchos de los que aplaudieron la apertura de las cadecas, por fortuna, siguen con vida y las añoran, entre ellos mi madre, quien en aquel entonces contaba con 63 años y acudía ella misma a disfrutar del servicio; hoy, en cambio, suma 83 diciembres, ya no puede cubrir grandes distancias y para satisfacer esas urgencias, requiere de la buena voluntad de hijos y nietos.
Elias . eres valiente y te apoyo . el nivel de intendimiento de la poblacion capitalina es mucho mayor. no se puede seguir faltando el respeto a la inteligencia de las personas . ya no comemos con abre la boquita que viene el avion ni la.baba nos llega al piso las.gente tienen pañuelo y esas respuestas vanales que dan los directivos son para volverse loco.