La noche se despidió con tonos grises,
en la cama descansa el reparador de sueños,
las palabras se enredan entre sí,
se atropellan en una marea sin sentido.
¿Cómo describirte, jinete del alba,
cuando todos los vocablos parecen agotados?

****
Hoy las palabras se niegan a nacer,
es forzoso hacerle una cesárea al alma
para intentar forjarte un traje,
las manos rebuscan, ansiosas de verbos,
en ese río invisible que nos une,
soy uno de los millones de hijos
que nunca conociste,
de esos afortunados que pusieron,
al lado del nombre de su progenitor, el tuyo.

****
Las sombras se ciernen sobre la ciudad,
intentan corromper los recuerdos,
pero el guerrero se niega a morir,
como sesenta años atrás,
toma el timón del Granma
y pone rumbo a las estrellas.
El reparador de sueños se ha vuelto lucero,
en su testamento no escrito,
solo hay cuatro palabras:
¡hasta la victoria siempre!