A propósito de la próxima campaña de vacunación antipolio, y al rememorar las vidas salvadas por nuestros científicos, con su consagración y conocimientos durante la epidemia de COVID-19, recordamos que hace más de dos siglos, la invención de la vacuna cambió el destino de la humanidad.
Este avance, fruto de la Ciencia y la perseverancia, sigue siendo clave en la salud global.
Recordemos que la primera vacuna se creó hace más de 200 años y desde entonces estas han salvado millones de vidas. Ningún otro invento ha tenido tantos beneficios para la humanidad.
La invención y el uso de las vacunas están entre los acontecimientos con mayor impacto en la vida cotidiana, mayor que el de las revoluciones y las decisiones políticas sobre ordenamientos sociales. Han combatido enfermedades y erradicado epidemias. La vacunación infantil se convirtió enseguida en un hábito social y ha sido un factor decisivo en el retroceso de la mortalidad.
Las primeras creadas fueron artesanales, sin métodos estandarizados, por lo que a veces hubo accidentes que provocaron recelos contra las inoculaciones.
La extensión de las vacunas ha sido, pues, junto a la provisión de agua potable y la extensión de la higiene, la principal intervención humana sobre la salud y la primera razón de la mejoría en las condiciones de vida.
Nunca faltan detractores, pero globalmente se impone la confianza en las vacunas para el control de enfermedades, la mejora sanitaria y el fin de las pandemias.
Algo hoy más necesario que nunca.
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