En este Día Mundial del Riñón, y durante todo marzo, la Sociedad Cubana de Nefrología, de conjunto con el Ministerio de Salud Pública, desarrolla una campaña de concientización sobre la importancia de ese órgano, así como las causas, el tratamiento y las complicaciones asociadas al daño renal, padecimiento cada vez más frecuente.
La campaña este año tiene como tema central "Salud renal en todas partes: Vivir bien con la enfermedad renal", y persigue el propósito de concientizar a los diagnosticados con este padecimiento de que es posible
vivir bien, en dependencia de cómo sean capaces de controlarlo y de mantener una vida social activa en lo cotidiano, laboral y familiar.
El doctor en Ciencias Jorge Pérez-Oliva, presidente de la Sociedad Cubana de Nefrología, expresó a la Agencia Cubana de Noticias que la enfermedad renal crónica engloba a todas las que provocan un daño renal durante al menos tres meses y que perjudican la salud de las personas.
Detalló que son más propensas a padecerla aquellas personas diabéticas, hipertensas, obesas, mayores de 55 años, con antecedentes de bajo peso al nacer y enfermedades cardíacas, cerebro-vasculares, renales, genéticas, hereditarias o de familiares con enfermedad renal crónica.
Además de las que abusan del consumo de analgésicos y antinflamatorios, los manipuladores de productos químicos, metales pesados o agroquímicos, y quienes tienen el hábito de fumar o el consumo habitual de alcohol.
Pérez-Oliva manifestó que la COVID-19 ha demostrado una mayor incidencia en pacientes con enfermedad renal de cualquier grado o magnitud, a partir de un estudio realizado a convalecientes en el Instituto Nacional de Nefrología Dr. Abelardo Buch López.
Asimismo, para el también máster en Epidemiologia y profesor Titular, la pandemia es más severa en individuos con esta patología, pues incrementa el riesgo de mortalidad, contribuye en la severidad de los
pacientes y en un peor pronóstico.
Para prevenir la enfermedad renal recomendó adoptar estilos de vida saludables, que van desde tomar entre 2,5 a tres litros de agua al día, agregar poca sal y azúcares en las comidas, realizar ejercicio físico y,
de ya padecer de diabetes o hipertensión, mantener controlada la glicemia y la presión arterial.
Además, resulta muy importante continuar con la medicación en el caso de las enfermedades crónicas no transmisibles y no tomar ningún medicamento sin consultar antes al médico, aunque la enfermedad renal
crónica resulta común y dañina, siempre es tratable, manifestó Pérez-Oliva.
Puntualizó que en el país se desarrollan estrategias para detectar de forma precoz la enfermedad renal crónica en los grupos de riesgo y garantizar el seguimiento de los identificados desde la Atención Primaria
de Salud.
También a nivel de las 56 instituciones de la especialidad, donde se tratan los pacientes con mayor nivel de daño renal y en especial aquellos que viven gracias a la diálisis peritoneal, la hemodiálisis o los
trasplantados renales.
En Cuba más de 4 500 pacientes se encuentran en hemodiálisis crónica, cerca de 80 en diálisis peritoneal y 1000 personas viven con trasplante renal, subrayó el nefrólogo cubano.
Pérez-Oliva afirmó que la atención a la COVID-19 en la especialidad de Nefrología demuestra las fortalezas del sistema sanitario cubano, que desde la alta tecnología de los métodos dialíticos ha contribuido a salvar vidas, manteniendo la actividad de nefrología clínica, métodos dialíticos y efectuando trasplantes renales pese a la pandemia.
Un 10 % de la población mundial vive con este padecimiento, lo que representa alrededor de 850 millones de personas y 3,9 millones viven gracias a los métodos dialíticos y el trasplante renal, por lo que es una de las enfermedades más comunes.
Las investigaciones epidemiológicas en Cuba estiman que son alrededor de 600 000 las personas con una enfermedad renal y, a pesar de que la mayoría de la población conoce de la diálisis o el trasplante como causa final del daño renal, es alarmante que solo uno de cada cinco personas esté preocupada por presentar problemas renales ocasionados por su diabetes o hipertensión. Siete de cada 10 inician la hemodiálisis sin detección previa, precisó el especialista.
(Tomado de ACN)
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