Existen varias formas de contaminar el ambiente, pero en especial la contaminación acústica se manifiesta de forma cotidiana, y es tan común que muchos no tienen conciencia de la magnitud del daño que provoca. Para sensibilizarnos acerca de esta realidad el último miércoles del mes de abril se conmemora el Día internacional de la concienciación sobre el ruido.
Este año es diferente porque la actual pandemia ha disminuido el ruido en las calles, pero no ha desaparecido, solo se ha trasladado al interior de nuestras casas, y algunos lo llaman coronaruidus, otro enemigo invisible.
Desde 1996, el Centro para la Audición y Comunicación (CHC) creó esta conmemoración, para alertar y crear conciencia en la población sobre los riesgos que tiene el ruido en particular para el trastorno auditivo, a corto, mediano y largo plazos, y la salud en general.
La contaminación acústica es el exceso de sonido o ruido, que altera las condiciones del ambiente de una zona determinada, por diversas causas, entre ellas, industrias, tráfico, centros de recreación, construcción de obras, reparación de calles, carpinterías, equipos motores de jardinería, etc.
A esta contaminación, derivada de la necesaria actividad humana, se le suma la aportada por las personas con sus gritos o música alta, que no tienen en consideración las normas de convivencia y respeto hacia los demás.
Todas en su conjunto afectan la calidad de vida de la población en mayor o menor medida y pueden provocar efectos muy nocivos para la salud, tanto fisiológica como sicológica, y hasta llegar a la pérdida de la capacidad auditiva.
¿Cuál es el nivel de ruido tolerable?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sonido deseable no debe sobrepasar los 50 decibeles (dB), y el deterioro auditivo se manifiesta entre 75 y 125 dB. Si se sobrepasa este valor se llega a un nivel doloroso, y el umbral del dolor ocurre aproximadamente a los 140 dB. No obstante, deben considerarse tres factores fundamentales: cuan fuerte es el ruido, tiempo de duración y la cercanía.
El ruido fuerte y a poca distancia, como un petardo, puede dañar la audición de forma permanente, en un instante. Si se expone con frecuencia al ruido de motores, como una sierra eléctrica, el deterioro es lento, pero el resultado es el mismo.
La pérdida de la audición puede estar acompañada por silbidos o ruidos en los oídos o la cabeza. Al principio la persona afectada nota un silbido en el oído, pero si desaparece la fuente de ruido los daños no serán permanentes. Si la exposición a la fuente de ruido no cesa, las lesiones serán definitivas, primero disminuye la capacidad auditiva y luego pierde totalmente la audición.
La OMS estima que a nivel mundial 1100 millones de jóvenes podrían estar en riesgo de sufrir pérdida de audición debido a prácticas auditivas perjudiciales. Más de 43 millones de personas de entre 12 y 35 años padecen una pérdida auditiva discapacitante debida a diferentes causas.
Casi el 50% están expuestos a niveles de ruido perjudiciales como consecuencia del uso de dispositivos de audio personales y teléfonos móviles. Alrededor del 40% se exponen a niveles de ruido potencialmente nocivos en clubes, discotecas y bares.
Niveles de decibeles que nos rodean cotidianamente
0 a 30 dB = canto de pájaros
40 a 50 dB = susurro suave, conversación en tono normal
60 a 70 dB = conversación en tono alto, ambiente dentro de una oficina
80 a 90 dB = ruido que provoca cortar el césped con una podadora, el interior de una fábrica o el tráfico en movimiento.
100 a 110 dB = ruido de una obra o construcción o el sonido del claxon
130-140 dB = ruido que provoca el despegue de un avión
Entre las fuentes de ruidos más perjudiciales están los petardos con 150 dB, las alarmas de ambulancias con 120 dB, sierra eléctrica 110 dB, equipo de música a todo volumen 105 dB, taller de carpintería 100 dB, motocicleta 95 dB y tráfico denso en zonas urbanas 85 dB.
Cuando usted debe estar en un ambiente ruidoso, se recomienda usar tapones para orejas. Según los especialistas estar expuesto con regularidad por más de un minuto a 110 dB podría conllevar a la pérdida permanente de la audición, tampoco debe estar más de 15 minutos a 100 dB y permanecer por tiempo prolongado a 85 dB puede causar la pérdida gradual del oído.
Efectos nocivos para la salud
Un ruido a más de 60 dB puede inducir una dilatación de las pupilas y parpadeo acelerado, agitación respiratoria, taquicardias, aumento de la presión arterial, dolor de cabeza, menor irrigación sanguínea, músculos tensos y dolorosos.
Cuando se sobrepasan los 85 dB puede causar una disminución de la secreción gástrica, riesgo cardiovascular, aumento de la glicemia. Además, efectos sicológicos como insomnio, fatiga, estrés, irritabilidad, agresividad, aislamiento social, falta de concentración.
En el caso de los niños, el exceso de ruido puede traer como consecuencia trastornos en el aprendizaje. Pierden la capacidad de atender las señales acústicas y sufren perturbaciones en su capacidad para escuchar. Esto les provoca trastornos en la conducta que lo conllevan al aislamiento social.
Una pérdida de audición irreversible
Cuando estamos expuestos a ruidos perjudiciales, las estructuras del oído interno, denominadas células ciliadas, se dañan y no se regeneran, lo que causa una pérdida de audición. Estas son pequeñas células sensoriales del oído interno, las cuales transforman la energía sonora en señales eléctricas, que viajan al cerebro.
La exposición a sonidos fuertes, independientemente de su duración, provoca cansancio en las células sensoriales auditivas, lo que da lugar a una pérdida temporal de audición o acúfenos (sensación de zumbido en los oídos). Una persona que asista a un concierto interpretado a gran volumen puede salir de él con una sensación de ensordecimiento o acúfenos. La audición mejora a medida que las células sensoriales se recuperan.
Cuando se trata de sonidos muy fuertes o la exposición ocurre con regularidad o de forma prolongada, las células sensoriales y otras estructuras pueden dañarse permanentemente, lo que ocasiona una pérdida irreversible de audición.
Los sonidos de alta frecuencia (agudos) se ven afectados en primer lugar, por lo que esa pérdida podría no ser perceptible de forma inmediata. La exposición continuada da lugar a una pérdida de audición progresiva, que afecta la comprensión del habla y tiene efectos negativos en muchos aspectos de la vida, como el desarrollo social, educativo y la capacidad para trabajar.
En general, solo somos conscientes de una parte de los efectos que produce el ruido, como cuando no podemos dormir o cuando hay un ruido fuerte puntualmente, y muchas veces dejamos pasar estas molestias, lo cual va causando un deterioro de nuestra salud, si estamos sometidos a niveles de ruido constantes.
Se trata de una problemática de mucha complejidad porque cada ciudad, municipio, país, tiene una legislación distinta sobre el ruido. Y realmente es un problema que nos afecta a todos, sobre todo en las grandes ciudades, con grandes volúmenes de tráfico, industria o sector turístico.
El exceso de ruido es un enemigo invisible, que constituye otro de los factores de la vida actual que contaminan el medio ambiente a nivel mundial, y puede ser tan dañino como la contaminación atmosférica u otras formas nocivas de deteriorar la salud de los seres humanos, por causas evitables.
Referencias
Gracias por este artículo. Vivo en la Avenida Zanja, y solo el ruido de la calle es insoportable, a pesar y de que es cierto en estos días ha disminuido el ruido. Los choferes son muy inconscientes, en especial los de vehículos grandes, se saludan con el claxon, pitan para apurar al los de alante, incluso de madrugada, andan a velocidades mayores a las establecidas para ese tramo y para ese vehículo, con el consecuente chirriar de los frenos cuando se acercan a la esquina y deben de parar o doblar. Se irrespetan las leyes del tránsito y del medio ambiente. Ahora que estamos muchos en casa y no hay que madrugar, es difícil dormir la mañana o la siesta. Hay que hacer cumplir las normas, con inspectores, policías o con medidores de ruido q estén a la vista para que hagan conciencia de que todos Vivían s con más decibeles de los que deberíamos. Saludos.