A lo largo de la historia, la música influyó siempre en la vida del hombre. Es un medio de expresión y comunicación no verbal, que debido a sus efectos emocionales y de motivación, se utiliza como instrumento para controlar el comportamiento de un individuo o un grupo. 

Esta puede facilitar las relaciones humanas y contribuir a la adaptación del individuo a su medio. Es un estímulo que enriquece el proceso sensorial, cognitivo y motor. Además, fomenta la creatividad y la disposición al cambio. 

Existen dos tipos principales de música en relación con sus efectos: la sedante, que es de naturaleza melódica y se caracteriza por un ritmo regular, dinámica predecible y un timbre vocal e instrumental con efectos tranquilizantes y la estimulante, la cual aumenta la energía corporal e incita a la acción. 

A través de la música se puede educar a los niños. Estos deben relacionarla con la actividad, el juego, el movimiento y la alegría, para expresar de forma espontánea y afectiva las sensaciones musicales. 

Los niños tienen su propia musicalidad en menor o mayor medida, la cual se debe fomentar desde edades tempranas. En esta etapa se establecen los primeros contactos con elementos musicales a través de instrumentos sencillos, la voz y el propio cuerpo. Además, se puede aprender a utilizar la música como lenguaje y medio expresivo. 

La Musicoterapia o terapia musical es el uso de la música y elementos musicales por un terapeuta, dirigida a un paciente o grupo, con el objetivo de mejorar la comunicación, las relaciones sociales, el aprendizaje, el movimiento, la expresión, la organización, entre otros. Tiene el propósito de restaurar y desarrollar las funciones del individuo para lograr una mejor calidad de vida a través de la prevención, rehabilitación y tratamiento.  

Esta se utiliza en niños con discapacidades físicas, como parálisis cerebral; discapacidad síquica, como retraso mental y/o autismo y discapacidad sensorial como los ciegos o débiles visuales. 

El musicoterapeuta evalúa el bienestar emocional, la salud física, la interacción social, las habilidades para comunicarse y la capacidad cognitiva de la persona que va a ser tratada, entre otros elementos. En este proceso, promueve y registra cambios expresivos, receptivos y relacionales que dan cuenta de la evolución del tratamiento.

Para obtener mayores logros es necesario contar con un local amplio, con adecuada iluminación, un clima agradable y sin elementos que atenten contra la concentración. Se emplean instrumentos musicales, música editada, grabaciones, sonidos corporales, la voz y otros materiales sonoros. 

Como resultado final se logra el aumento de la comunicación y la expresión, mejora la motricidad, la percepción, el ritmo cardíaco, la respiración, el rendimiento corporal, disminuye la ansiedad, en fin proporciona un mejor equilibrio físico y emocional. 

En el caso de los niños con autismo mejoran además la socialización y la afectividad, desarrollan la atención y la relación con el entorno, logran establecer un intercambio con el terapeuta y con el grupo que participa en la terapia, aunque es frecuente que la realicen de forma individual. 

No obstante, ninguna terapia es capaz de curar por sí misma y tampoco se puede afirmar de manera absoluta, que benefician a todo el mundo por igual. Por lo general, es un proceso lento que requiere de mucho amor, paciencia y esperanza.