La Diabetes mellitus (DM) es una enfermedad metabólica crónica e incurable, que afecta a millones de personas en el mundo, con un incremento cada vez más acelerado. Por ello, es importante ganar en conocimiento sobre este padecimiento y las medidas fundamentales para su prevención.

Se manifiesta como un conjunto de trastornos metabólicos que afecta a diversos órganos y tejidos, entre ellos: los ojos, riñones, nervios y vasos sanguíneos y se caracteriza por un aumento de los niveles de glucosa en la sangre.

Su origen se debe fundamentalmente a la baja producción de la hormona insulina o por su uso inadecuado por el organismo, lo que implica problemas en el metabolismo de los carbohidratos, lípidos y proteínas. Se reconocen tres formas de manifestarse: tipo 1, tipo 2 y gestacional. Aunque existen otros que se presentan en menos del cinco porciento de los casos diagnosticados.

Cada una tiene diferentes causas e incidencia. Los principales síntomas son: exceso de orina, aumento exagerado del apetito y de la sed, pérdida de peso sin razón aparente, fatiga o cansancio y cambios en la agudeza visual.

La diabetes tipo I o insulinodependiente la padecen una de cada 20 personas diabéticas. Aparece en épocas tempranas de la vida, por lo general antes de los 30 años. En estos pacientes las células del páncreas producen poca o ninguna insulina, por lo que es esencial su administración. Se desconoce la causa pero se plantea la influencia de la genética, los virus y la reacción inmunitaria.

La deficiencia de insulina provoca que la glucosa se acumule en el torrente sanguíneo, en lugar de penetrar en las células. Esto implica que el organismo sea incapaz de aprovecharla como energía, lo cual conlleva al aumento del apetito. Además, los altos niveles de glucemia incrementan la micción y como consecuencia la sed excesiva.

La tipo 2 o diabetes senil es la forma más común de DM, se caracteriza por altos niveles de glucosa en sangre debido a una resistencia celular a las acciones de la insulina, combinada con deficiente secreción de insulina por el páncreas. Los que la padecen no son insulino dependientes. En muchos casos es evitable.

Entre los factores de riesgo están los antecedentes familiares y la genética, el sedentarismo, dieta deficiente, obesidad, personas mayores de 45 años, intolerancia a la glucosa, hipertensión, niveles de colesterol o antecedentes de diabetes gestacional.

Puede pasar inadvertida por largos años y a veces solo se diagnostica cuando los daños son irreversibles por eso es recomendable hacerse la prueba de glicemia una vez al año.

Las personas con DM pueden padecer lesiones en el pie (pie diabético) que causan úlceras e infecciones y a veces conllevan a una amputación. La DM puede causar daños en los nervios, por lo que una herida pasa desapercibida, mientras no tenga una complicación grande. También puede afectar los vasos sanguíneos, lo que implica que el organismo tenga dificultad para combatir las infecciones.

Para prevenir estas lesiones se recomienda revisar los pies cada día, lavarlos con agua tibia y jabón suave, secarlos bien, suavizar la piel seca con una loción, protegerse los pies con zapatos cómodos, ejercicios para la circulación, visitar el podólogo con frecuencia y no fumar.

Por otra parte, la diabetes mellitus gestacional (DMG) es inducida por el embarazo, con una incidencia entre el tres y diez porciento. Se desconoce la causa pero se piensa que las hormonas del embarazo reducen la capacidad que tiene el cuerpo de utilizar y responder a la acción de la insulina.
Se manifiesta con diversos síntomas como: visión borrosa, fatiga, infecciones frecuentes de vejiga, vagina y piel; aumento de sed y micción, nauseas, vómitos, pérdida de peso a pesar del aumento del apetito.

Entre los factores de riesgo están el historial familiar de diabetes tipo II, embarazo después de los 30 años, obesidad, fumar, DMG en embarazo anterior, haber tenido un hijo con más de 4 kilogramos.

En general, el tratamiento para los tres tipos de diabetes, tiene el objetivo de restaurar los niveles glucémicos normales. Para ello es imprescindible recibir una educación terapéutica impartida por profesionales especializados en la enfermedad.

Otro aspecto importante es la cooperación de la familia. Cuando una persona es diagnosticada con DM u otra enfermedad crónica, necesita que todos a su alrededor se eduquen y conozcan sobre la enfermedad. Es la mejor forma de apoyar al enfermo, pues cualquier padecimiento crónico puede conducir a un desajuste emocional.

Lo más importante es modificar el estilo de vida, en especial mantener una dieta sana, evitar los alimentos con contenido de harina blanca, y de ser posible sustituirlos por harina integral, bajos en azúcar; realizar ejercicios físicos, mantener un control médico sistemático y un tratamiento medicamentoso en caso de que se requiera.

Referencia

Sitio Scielo